"EL CRISTIANO NO HACE EL DIÁLOGO, ES EL DIÁLOGO EL QUE HACE AL CRISTIANO". (Paulo VI)
COMENTARIOS DE MARIA DE LOURDES JIMENEZ CODINACH AL CAPITULO 18, ¿Hacia donde Volvernos?. Oración de petición, intercesión y escucha. del Libro del P. Lenaers, "Otro Cristianismo es Posible".
La lectura de este capitulo sobre el sentido de la oración de petición y la de agradecimiento por saber que soy escuchada, es para mi una forma de confirmar que estoy y he estado siempre mas dentro del esquema teonómico que del heterónomo que ahora con el libro del P. Lenaers me ha quedado mas en claro. ¿Porque -se preguntaría uno-, si la oración de petición y la posibilidad de ser escuchados, como dice Lenaers, se desmorona o "corre peligro de desaparecer", pues supone el axioma de dos mundos, el mundo de aquí abajo que pide al mundo de arriba que se apiade y atienda mi súplica desde aquí abajo, todo lo cual no cabria en un mundo teonómico, donde el mundo del hombre y el mundo de Dios, están fundidos en uno solo?.
Pues quizás la respuesta estriba en que mi oración (y eso se lo debo a mi Mamá que así me enseño a rezar y orar) nunca ha sido un reclamo o exigencia a un Otro que está lejano a mi persona y a mi vida, ni ha estado condicionada a hacer sacrificios u ofrendas con las que agrade o aplaque la molestia de ese Otro por mis actos y limitaciones humanas, ni tampoco ha sido, con excepción de la Virgen Maria o ahora a mis papas que están fundidos en la presencia Divina, dirigida a Santos para que ellos sean como intermediarios ante la persona Divina quienes pidan por mi lo que yo no puedo hacer directamente, quizás porque para mi, esa Persona Divina, representada las mas de las veces como el Niño Jesus, o en la persona de Jesus de Nazaret y rara vez como Dios Padre, se que está en mi como yo en El, y se que cuando la invoco y la llamo, que esa es la oración para mi, lo hago como una hija que habla a su Padre, aquel que por encima de todo me ama y me acompaña, aunque a veces no me sea muy clara su presencia o su amor incondicional hacia mi, porque yo si sé que mi comunicación con El a veces la corto, la olvido, la dejo, pero siempre que regreso a ella, se que siempre me escucha, me oye, y sabe todo de mi, pues nunca y a pesar de mi, me deja, ni se aparta. Esta oración de petición y de certeza de que se es escuchada, es quizás una de las formas que tengo como ser humano limitado y debil, de hacer presente a ese Dios que está en mi, y cuando digo hacer presente, me refiero a una necesidad mía, como ser limitado que soy, pues Él siempre esta en mi, el no necesita de mi oración para estar en mi, pero yo si la necesito para sentir que me acerco y entablo relación con El, y ademas, esa oración, es la forma que yo encuentro que se traduce en mi lenguaje humano, de pedirle a ese Dios cuyo rostro de Padre nos mostró Jesucristo, no que acerque mi encuentro final con Él , pues la verdad, eso ya llegará cuando tenga que llegar, pero por lo pronto yo amo la vida y quiero que en tanto tenga vida, sienta su presencia, amor, apoyo y sostén, aquí conmigo, para entender y practicar mejor ese amor que Jesus nos enseño con su vida y muerte, que es el que nos hace vivir el amor de Dios en nosotros, el amor al prójimo, por el prójimo mismo, y no por lo que ese amor nos pueda traer a cambio, un amor desinteresado y en total apertura y consonancia con el que sufre y que tiene necesidad de apoyo, compasión y compañía, por que está desamparado y al que yo pueda hacerle sentir que Dios lo quiere y está siempre con el.
Eso es entonces para mi lo que representa la oración, directa e inmediata al Dios que vive en mi, pero también lo es la oración que hago invitando a mis papas que sé que ahora están con El, que viven en El, como El vive en ellos y en otra forma en mi, para que juntos se haga posible el sentir ( y aquí subrayo el sentir) a Dios en mi vida cotidiana, el sentir que me acompaña y me da su luz para día a día llevar mi vida en el camino del amor que Jesus de Nazaret me mostró que era la forma de lograr la salvación. Y aclaro que es un sentir, por que es mi forma humana de expresar y realizar el milagro de entender la presencia y compañía del Ser Divino en mi vida y existencia, pues la razón no me da para comprender su realidad pero el sentimiento de unión, compenetración, casi cercanía física que da la oración, es lo que mas encuentro que hace posible lograr ese "Encuentro" con ese el Tu Divino, sin el que mi Yo existencial no tendría sentido, brújula o razón de ser.
La importancia para el mundo cristiano de los Salmos, a los que Jesus frecuentemente acudió, es que son la oración que el Pueblo de Israel dirige a su Dios, a diferencia de lo que con excepción de los libros Sapienciales de la Biblia, se tiene en los demás libros santos, que es la Palabra de Dios al Hombre, aunque expresada en lenguaje humano. En el caso de los salmos, no hay tal palabra de Dios al hombre, por el contrario, es el hombre, con todas sus limitaciones y distorsiones, el que expresa su necesidad de hacer presente a su Dios en su vida cotidiana, por eso lo interpela, le reclama, lo regaña, lo alaba, lo bendice, le pide ayuda, misericordia, compasión, o inclusive que intervenga y vengue su dolor y rabia en la de sus enemigos. Todo lenguaje humano, que Dios en su gran misericordia, entiende como necesidad del hombre de "sentir" y "vivir " en carne propia y en esta vida, la única que tenemos con seguridad, por cierto, su presencia, luz y compañía. Si para Jesus (Dios hecho hombre) fue importante la oración, pues con frecuencia acudió a ella, y siempre en los momentos mas fuertes y existenciales de su vida humana, si ademas nos dejó la encomienda de orar siempre al Padre con la certeza de que seriamos escuchados, "Pedid y se os dará", o "cada vez que mas de dos invoquen mi nombre, ahí estaré yo" presente para escuchar, pienso que esta confianza en la oración de petición y de ser escuchado es una de las grandes lecciones, enseñanzas y bendiciones que Jesus nos pudo haber dejado con su vida, mas que cualquier otro rito, sacramento, o culto, el saber que Dios está en nosotros, que nos ama y que nos escucha, a pesar de que nosotros no lo veamos, no lo sintamos, y a veces, también lo olvidemos, que parece que no esta, que nos ha abandonado, pero eso no es ni física ni espiritualmente posible, simplemente nuestra capacidad limitada no lo puede percibir o constatar; la oración es una forma de acercarnos y hacer posible ese encuentro.
Esto a lo mejor es heterónomo, pues antropomorfiza al Encuentro y la vivencia del amor de Dios, porque intenta materializary sensibilizar esa experiencia, que para muchos debiera ser acto de fe absoluto y pleno, al margen de los sentidos humanos, infantiliza la relación con Dios, pues insiste en la necesidad que el hombre, como niño desvalido, tiene de la protección, el amor y el cuidado del Padre, "divinidad traída de lo alto -dice Lenaers- por una grúa- que soluciona nuestros problemas en lugar nuestro", sea el hombre bebe o adulto, no importa, siempre será desvalido, limitado y débil frente al amor y misericordia sin medida del Dios que Jesus nos enseño a amar, y a sentir presentes en nuestras vidas, aun cuando la razón no lo comprenda ni lo abarque, sino solo lo imagine, lo intuya y lo palpe con el ojo del alma y del corazón.
Esta forma de comprender y amar a la oración de petición y de escucha, para mi es más teonómica, pues surge desde dentro, desde lo mas profundo de nuestro ser, que se expresa con la palabra mas sentida y por tanto vivida, al Dios que vive y actua en nosotros, en el mas profundo dentro e intimidad de nosotros al Dios que nunca nos abandona, ni se aleja, sino que por el contrario, que nos atrae, que nos ama, inclusive a pesar nuestro, al grado que se ha fundido en nuestro ser en el vive y ha hecho su morada por usar una metafora para describir la relación intima que crea Dios con sus criaturas.