domingo, 14 de agosto de 2011

COMENTARIOS DE ALMA PATRICIA JIMÈNEZ DE ROJÌ AL CAPÌTULO XV

"EL CRISTIANO NO HACE EL DIÁLOGO, ES EL DIÁLOGO EL QUE HACE AL CRISTIANO". (Paulo VI)

La Eucaristía:

El centro de la misa es el memorial de entrega de Jesús, en donde se repiten las palabras de la ultima cena, donde su cuerpo y su sangre se transforman en alimento que da vida y que nos acompaña siempre que queramos acercarnos a recibirlo, suele llamarse el Sacrificio de Jesús, palabra que me parece una mala traducción porque también una entrega puede ser considerada sacrificio si este implica un bien mayor, se sacrifica algo inmediato para lograr un bien futuro, aunque yo siempre he visto la Eucaristía, como un rito lleno de símbolos que me recuerdan lo que es amar hasta el extremo, ¡Como amó Dios al mundo, que nos envió a su Hijo!.

Jesús siendo un hombre de su tiempo y de una cultura ligada a un solo Dios Yahvé, se desenvuelve en un contexto, y la misa va respetando cada paso, tomar un día a la semana como día del Señor, para darle gracias, para honrar y alabarlo, con las escrituras del antiguo testamento recordamos las bases de la religión profesada por Jesús y sus padres.

Jesús lleno del Espíritu Santo, va a transformar todo lo recibido en su mundo, el día del Señor, el sábado, día de la ley, que impide actuar, lo transforma en día glorioso de resurrección, día de celebración y comunidad, donde se recuerda la ultima cena, convivencia de amigos, que iluminados por el amor, todo lo comparten, quien pone el ejemplo de vida es Jesús, y así escuchamos el Evangelio, como razona Jesús con parábolas como ve Jesús que debe ser el mundo, que por amor es capas de desprenderse de todo y lo pone como alimento al espíritu, ¡ hagan esto en memoria mía!, esta es la vida plena, que no termina, ni pasa nunca, la vida basada en el amor, es donde siempre está Dios, no importa lo que suceda, lo que duela , estoy seguro que en el amor esta siempre Dios, el Bien Mayor.

Y cuando se enfrenta a aquellos que están en su contra, de acuerdo a sus creencias les dice mi reino no es de este mundo (mundo de envidias, de odio, de abuso y poder sobre el prójimo) mi mundo es otro, el Reino de Dios, mundo de amor, de caridad, de compartir con el prójimo, este nuevo mundo esta más cerca en cada momento que más personas nos convertimos en sus seguidores, que yo soy capaz de morir a mi misma, por amor a Dios y al prójimo, para resucitar gloriosa con El y sé que este mundo vendrá y Dios será todo en todos.

Amén, así sea.



jueves, 11 de agosto de 2011

COMENTARIOS DE ELISA ZEEAVERT AL CAPÌTULO XV

"EL CRISTIANO NO HACE EL DIÁLOGO, ES EL DIÁLOGO EL QUE HACE AL CRISTIANO". (Paulo VI)

COMUNION


El reflexionar sobre el Sacramento de la Eucaristía, me ha dado la oportunidad de profundizar en la esencia del mismo.

La Fe, antes de vivirla, debemos comprenderla, sobre todo hoy día, que la humanidad está despertando a nuevas formas de misticismo, lo cual , nos lleva a comprender como Dios nos habla de diferentes maneras.

Jesús , en la última cena, sabiendo que su muerte estaba próxima, nos deja un Mensaje de Vida, toma el Pan como símbolo de alimento , se hace El para nosotros Pan de Vida. El alimento espiritual que sus discípulos recibieron, y que a partir de ese momento Jesús, nos invita a vivir con la conciencia de que Su Espíritu permanece en nosotros, dándonos la fuerza y la luz que necesitamos en nuestro camino, esa fuerza liberadora que nos invita a vivir en un mundo de paz y amor.

Toda la vida de Jesús, nos despierta al gran Amor que Dios siente por nosotros, y Jesús nos hace llegar este mensaje sus palabras, con sus actitudes y la forma en la que va reaccionando en cada una de las situaciones que se le presentan, su pensar, su sentir y su actuar en total coherencia con su Mensaje, lleno de alegría de optimismo, de vida…en ningún momento, quiere sacrificios para expiar nuestras culpas, tampoco como hoy se celebra el culto de la Eucaristía como sacrificio, cuando la misma palabra significa “Acción de gracias”.

Me imagino la postura de humildad de sus discípulos ante su Maestro, la escena en que Jesús les lava los pies, esta costumbre que se reservaba para los grandes señores.

El Hijo de Dios, nos lava los pies, para enseñarnos, el valor del servicio, el valor de darse a los demás. Recordar la última cena, no es recordar su Muerte, es despertar a la Vida Verdadera, al deseo de asemejarnos a El, y ser alimento para los demás, es el don de sí mismo, hacia la misión encomendada: SER EL CAMINO DE LIBERACION Y SALVACION PARA LA HUMANIDAD.

JESUS…. YO SOY EL CAMINO LA VERDAD Y LA VIDA



Ser sus seguidores no es fácil, ni en aquel entonces ni en el ahora, quizá tengamos que pararnos ante las autoridades para dar testimonio de lo que creemos, son tiempos de Fe. Son tiempos de cambio, de reflexión y vida.

Cada momento, en el que vivo la celebración eucarística experimento un momento de profunda reflexión y conexión con Jesús-Son momentos tan místicos y sagrados, que me fortalecen y me llenan de paz y de alegría.

La comunión con la que Dios nos llama, no es solamente es para estos momentos los domingos, ni tampoco está dirigida a unos cuantos privilegiados que se acercan a recibir la hostia, Dios nos llama a todos por igual. Por esta razón, no estoy de acuerdo, el que la jerarquía católica niegue la comunión o bien no permita recibirla a quienes nos cumplan con sus preceptos, me parece, que no es congruente con el mensaje de Jesús, que nos llama a reconocer en el Pan Eucarístico a Jesús, y a sentirnos atraídos hacia su Mensaje y su Vida.

Su Presencia real en la comunidad nos recuerda la COMUNION como Pueblo de Dios unidos por El mismo Espíritu de Amor. Como dice San Pablo somos el Cuerpo Místico de Cristo, donde El es la cabeza, y todos formamos su Cuerpo.

Es triste ver ,como muchos han dejado de asistir a la celebraciones los domingos, ojalá pudiéramos recordar a las primeras comunidades, en donde el significado profundo de compartir el pan y el vino, era recordar de una manera viva y presente el mensaje y el corazón de Jesús.

Como los sarmientos que sólo existen porque la Vid, les da la vida¡

El Padre LENAERS dice que para muchos cristianos el culto central es la Eucaristía, creo que es el momento en que todos nos unimos con el corazón de Cristo ,y al igual que sus apóstoles en ese último adiós, saber que nada ni nadie puede separarnos de Su AMOR.

martes, 9 de agosto de 2011

RESPUESTA DE ANA LAURA JIMÉNEZ C. A LOS COMENTARIOS DE MA. DE LOURDES JIMÉNEZ DE PADIERNA SOBRE EL CAPÍTULO 15

"EL CRISTIANO NO HACE EL DIÁLOGO, ES EL DIÁLOGO EL QUE HACE AL CRISTIANO". (Paulo VI)


RULITA: Creo que tocas el meollo del problema que tenemos los que honestamente estamos tratando de darle un sentido a la liturgia de los sacramentos. Ese sentimiento de ambivalencia creo que yo lo tengo respecto a todos los sacramentos, no encuentro en ellos a un Dios amor, no encuentro en ellos a Jesús, no experimento un encuentro existencial con El ni descubro su mensaje de vida, más bien siento un mensaje tétrico, morboso, que fomenta culpas, miedos, advertencias, etc.

Me da mucho gusto que la reflexión sobre el Capitulo XV de Lenears, te haya revelado que lo que has sentido como rechazo a la Eucaristia, “no es al sacramento entendido como un Memorial de la vida de Cristo y de su amor a Dios y al prójimo, sino a ese contenido heterónomo y formal que se la ha dado a la misa y a la comunión, y que la Iglesia Jerárquica ha impuesto y se opone a cambiar o flexibilizar y aligerar, sino que por el contrario, insiste en verlo como algo sádico, masoquista, morboso, en donde nos insiste en que hay que pedir una y otra vez perdón y misericordia a Aquel que desde siempre nos ha perdonado y que es rico en misericordia…

Con la lectura también de grandes teólogos como Juan Luis Herrero del Pozo, caemos en cuenta de por qué nos aburren tanto las eucaristías y qué bonito sería el celebrarlas tal y como Jesús lo hizo, asistir a la eucaristía en esas condiciones no sería una obligación sino un derecho que defenderíamos.

También me parece muy importante que subrayas el verddero valor de la eucaristía, que es como diria Lenears, el memorial de la vida y el amor de Jesus que se nos recrea y que volvemos a recordar en este sacramento, o el sacramento de la comunión que nos hace presente y nos recuerda que Dios siempre está activo y vivo en nosotros como ejemplo a seguir en nuestro respectivo camino.

Yo creo que es totalmente comprensible que a ti, a muchos de nosotros y especialmente a las nuevas generaciones, con ese lenguaje heterónomo de que se ha nutrido el ritual, la Misa tiene un lenguaje que poco te toca, que poco te dice, que no te relaciona ni te acerca más a un Dios de amor y misericordioso, sino a un Dios que en realidad es una caricatura deformada del Dios de Jesús.

Dices que el compromiso de asistir a Misa se crea sin convicción de ser cumplido, sino solo por seguir un ritual vacío de contenido, pero necesario para seguir perteneciendo a esa Iglesia que se nos dice, Él instituyó en la cabeza de Pedro, por lo que aquel que no cumple con el ritual en la forma y con la periodicidad que exige ésta su Iglesia, entonces ése está fuera de la comunidad, pierde el estado de gracia, y por lo tanto, acaba siendo en el mejor de los casos, un miembro pasivo de la Iglesia, y por tanto, "católico de segunda" que no observa los ritos y sacramentos. A mí todo esto me molesta mucho porque veo la forma en que nos ha manipulado aquellos que estaban para darnos a conocer el mensaje de Jesús.

Los sacramentos, dices bien, no son mas que medios y no fines para saberse amados y acompañados siempre por Cristo, y su sentido y razón de es que nos permiten recrear el amor de Jesus a Dios Padre y al prójimo, de revivir su presencia entre nosotros, y no meros pasaportes o llaves para acceder y obtener al amor de Dios, que nos es dado desde siempre, como también, su perdón y salvación igualmente dados de antemano. ¡Por supuesto que sí!!

Tu conclusión debería ser tomada muy en serio por cualquiera que se diga cristiano y más si es adulto: “debemos como comunidad eclesial abandonar y cambiar la teologia del sacrificio y de la muerte en la cruz por nuestros pecados que se le ha dado a la Eucaristia y a la misa, para llegar a una teologia del "memorial" o del "recuerdo" y "celebración" de la vida de Jesus como una forma de recrearse y dársenos permanente y reiteradamente a nosotros en el pan y en el vino consagrado que recibimos y hacemos nuestro, no por que en el se encuentre real y materialmente la sangre y el cuerpo de Jesus, sino por que ese vino y ese pan son formas simbólicas y representaciones materiales o imagenes que nos recuerdan a Jesus de Nazareth vivo y presente en nuestras vidas, transformando y tocando con su amor nuestra existencia, para ser cada vez una mejor persona, en el amor a Dios que se realiza en el amor al prójimo.

¡! MUY BIEN DICHO!!

El recuerdo vivo, este "memorial" de la Eucaristía, vuelve a hacer presente a Jesús y de una forma creativamente eficaz en la vida de aquellos en quienes esta memoria se despierta, dice Lenaers, ese memorial debería tener ese influjo enriquecedor para la existencia, y el comer y beber es solo el medio para ello. Por eso, como dices, se entiende que ahora muchas personas que sí quieren seguir a Jesús, ya no quieren participar de la Eucaristía.

Precisamente la Eucaristía con la que celebramos el final del retiro que te platiqué, la vivimos como un encuentro existencial con ese Jesús que se hizo nuevamente presente en nuestras vidas, en el que “evidenciamos cómo vive y actúa en nosotros”, de cómo amó al Padre y a cada uno de nosotros… tal y como tú lo expresas bellamente.

Muchas gracias por estos comentarios tan enriquecedores...



COMENTARIO DE MA. DE LOURDES JIMÉNEZ C. AL CAPÍTULO XV

"EL CRISTIANO NO HACE EL DIÁLOGO, ES EL DIÁLOGO EL QUE HACE AL CRISTIANO". (Paulo VI)

Comentarios de Ma. de Lourdes Jimenez Codinach


al Capitulo XV, "Tomar y Comer, Tomar y Beber" del Libro del P. Roger Lenaers "Otro Cristianismo es Posible".



Ha sido este Capitulo XV de todos los que hasta ahora he leído y reflexionado del libro del P. Lenears, el que mas me ha ayudado a entender el por que ese sentimiento de ambivalencia que tengo frente al sacramento de la eucaristía y que por tanto tiempo ha sido motivo de culpa, remordimiento e incongruencia en mi vida como cristiana, y que no por esto ha dejado de existir y preocuparme, pero si ha aligerado esa carga que siempre he llevado al comparar mi religiosidad con la de mi mamá o de algunas de mis hermanas y hermanos que la abrazan y reconocen con el mismo amor que el que tuvo toda su vida mi madre.



Ambivalencia he tenido y tengo con el sacramento de la eucaristía, sobre todo con la misa dominical o la de las fiestas de guardar obligatorias (como también la tengo con el de la confesión de por lo menos una vez al año), que por un lado, rechazo y me rebelo a cumplir, o, en el mejor de los casos, me son indiferentes, y no me dicen nada, sino solo son rituales que se que tengo que cumplir, pero que no me dicen o inspiran ninguna comunicación o relación mas profunda con Dios o con Jesus; mientras que por otro lado, el sacramento de la comunión, ha sido siempre un ritual que quiero repetir y no dejar, pues ello siempre me trae un momento de compenetración, unión e integración o acompañamiento con la persona de Jesus, de Dios Padre y de su Espíritu, como una forma de sentirme envuelta en su amor, presencia y compañía.



¿Cómo es entonces que por un lado hay esta insensibilidad y rechazo con la eucaristía o Santa misa que nada me dice o aporta, y por otro lado, tanta plenitud y gusto por la comunión como símbolo del cuerpo y alma de Jesus en mi?



El Capitulo XV de Lenears, me ha revelado que quizas lo que he sentido como rechazo a la Eucaristia, no es al sacramento entendido como un Memorial de la vida de Cristo y de su amor a Dios y al prójimo, que es lo que Lenears, llama a la Eucaristia en lenguaje teonómico, sino como un rechazo a ese contenido heterónomo y formal que se la ha dado a la misa y a la comunión, y que la Iglesia Jerárquica ha impuesto y se opone a cambiar o flexibilizar y aligerar, sino que por el contrario, insiste en ver a la Misa como un recordatorio de la pasion, muerte y resurreccion de Jesus, de su sacrificio por los pecados de todos los hombres, quienes a cambio de su sacrificio en la cruz, imploran su perdon y penitencia para sanear su cuerpo y alma con el alimento del pan y vino transformados en la carne y sangre de Jesucristo que en forma real y presente, aunque no entendible, ingresa en nuestro cuerpo e ilumina nuestro espíritu.



El rechazo o insensibilidad y aburrimiento con la misa, es entonces, no con el "memorial" como diria Lenears, de la vida y el amor de Jesus que se nos recrea y que volvemos a recordar en este sacramento, o el sacramento de la comunión que nos hace presente y nos recuerda que Dios siempre está activo y vivo en nosotros como ejemplo a seguir en nuestro respectivo camino, sino con ese lenguaje heterónomo de que se ha nutrido el ritual, es un lenguaje que poco me toca, que poco me dice, que no me relaciona ni me acerca más a un Dios de amor y misericordioso, sino a un Dios enojado con el hombre, que solo se aplaca con el sacrificio que se le ofrece, y, que solo perdona por que se lo pedimos y rogamos con el proposito de que no volveremos a incurrir en la falta, aunque tan pronto lo pronunciamos, volvemos a pecar, pues es un compromiso que se crea sin convicción de ser cumplido, sino solo por seguir un ritual vacío de contenido, pero necesario para seguir perteneciendo a esa Iglesia que se nos dice, Él instituyó en la cabeza de Pedro, por lo que aquel que no cumple con el ritual en la forma y con la periodicidad que exige ésta su Iglesia, entonces ése está fuera de la comunidad, pierde el estado de gracia, y por lo tanto, acaba siendo en el mejor de los casos, un miembro pasivo de la Iglesia, y por tanto, "católico de segunda" que no observa los ritos y sacramentos, que no son como dice Lenears, mas que medios y no fines para saberse amados y acompañados siempre por Cristo, cuando el sentido y razón de ser del rito, es que nos permite, como dice Lenears, recrear el amor de Jesus a Dios Padre y al prójimo, de revivir su presencia entre nosotros, y no meros pasaportes o llaves para acceder y obtener al amor de Dios, que nos es dado desde siempre, como también, su perdón y salvación igualmente dados de antemano.



La principal revelación que este capitulo XV me deja a mi sobre la eucaristía y la comunión, es que debemos como comunidad eclesial abandonar y cambiar la teologia del sacrificio y de la muerte en la cruz por nuestros pecados que se le ha dado a la Eucaristia y a la misa, para llegar a una teologia del "memorial" o del "recuerdo" y "celebración" de la vida de Jesus como una forma de recrearse y dársenos permanente y reiteradamente a nosotros en el pan y en el vino consagrado que recibimos y hacemos nuestro, no por que en el se encuentre real y materialmente la sangre y el cuerpo de Jesus, sino por que ese vino y ese pan son formas simbólicas y representaciones materiales o imagenes que nos recuerdan a Jesus de Nazareth vivo y presente en nuestras vidas, transformando y tocando con su amor nuestra existencia, para ser cada vez una mejor persona, en el amor a Dios que se realiza en el amor al prójimo.



El objetivo de la Eucaristia, dice Lenears, el objetivo "de este comer y beber, es, según las palabras del relato de la institución de la eucaristia, recordar a Jesus, lo que significa despertar un recuerdo vivo suyo, como el de alguien que quiso ser como pan y vino para quienes vivieron con el. Este recuerdo vivo, este "memorial" vuelve a hacerlo presente y creativamente eficaz en la vida de aquellos en quienes esta memoria se despierta"", y mas adelante añade ""sEl objetivo de la eucaristia está en el memorial, el recuerdo vivo de Jesus, con su influjo enriquecedor para la existencia, mientras que el comer y beber es el medio para ello".



Así pues, la eucaristia es el memorial de Jesus, el recuerdo que nos hace presente su vida y lo que su vida hizo en nosotros, la comunión, es el medio en que Jesus se recrea y hace presente en nosotros, en que evidenciamos como vive y actua en nosotros, de como el amó al Padre y a cada uno de nosotros, por eso, por ser congruente con ese amor del Padre, por el Hijo y a través del Espíritu, es que en la misa, y mas concretamente, en la Comunión, nosotros recreamos a traves del pan y vino consagrado que se nos reparte y comemos, a Jesus que se nos dá y se nos entrega reiteradamente, para nutrir siempre con su recuerdo y en forma espiritual y simbolica, nuestras vidas.