sábado, 9 de abril de 2011

RESPUESTA DE ANA LAURA JIMÉNEZ C. A LOS COMENTARIOS DE MA. DE LOURDES JIMÉNEZ DE PADIERNA SOBRE EL CAPÍTULO 12

"EL CRISTIANO NO HACE EL DIÁLOGO, ES EL DIÁLOGO EL QUE HACE AL CRISTIANO". (Paulo VI)

A pesar de lo difícil que como dices, te ha resultado este capítulo ( para mí fue el que más me movió en muchos sentidos), veo el esfuerzo que le pones a tu reflexión que nos llena de riqueza por su profundidad y la seriedad de tus cuestionamientos. Dices que te ha llevado días de reflexión, enojo, tristeza y finalmente, preocupación en como vas a responder a lo que plantea el P. Lenaers. No digas que es ingenua tu manera de pensar y de expresarte, tiene una gran riqueza y seriedad, precisamente dentro de una concepción teonómica.

Lo que dices, como l producto de una larga y dificil reflexion, y que es lo que tu fe como Cristiana, te dice que debes esperar de la lección de vida, que nos dejó Jesus de Nazaret y esa es que Jesus vive y vivirá por siempre igual que nosotros, todo eso creo que es fundamental en nuestra manera adulta de ver la fe, sin embargo el cómo exactamente no está dentro del mensaje de Jesús. Hoy con la ayuda de las ciencias físicas, naturales y por supuesto humannas y teológicas, nos estamos cuestionando más profundamente ese cómo, pero esa es la búsqueda y todas las convicciones personales son muy respetables. El que Jesús lo haya prometido al buen ladrón, hay que entenderlo desde la exégesis moderna que afirma que Jesús no pudo haber pronunciado palabra alguna a la hora de su muerte, pero que ese pasaje es una interpretación del evangelista llena de significado.

Creo que es muy bueno que sigas teniendo esa fe que espera la vida eterna después de la vida fisica como promesa de nuestro Señor Jesucristo, y que la esperes con la certeza de que en esa vida, te reintegraras al amor infinito del Señor en tu propia identidad, yo también eso espero y así lo creo de todos mis seres queridos que ya han pasado a esa otra dimensión de la vida. No sé cómo va a ser, creo que es un misterio pero un misterio amoroso porque creo y confío en que mi Padre Dios no me dará nada malo sino mucho mejor de lo que yo me pueda hoy imaginar.

Qué bueno que la esperanza que tienes en el otro mundo que te aguarda, no sea la de un juicio sobre el mal o el bien cometido, sino que lo que te aguarde sea una vida plena en el amor infinito de nuestro Padre. Yo, sin embargo no creo que seamos pecadores previamente perdonados, de eso hablaremos después.

La explicación que ofrecen las ciencias hoy y en la que cree la modernidad, de que los procesos bioquimicos son los que generan el pensamiento creo que todos lo podemos aceptar, sin embargo, la Psicología Transpersonal centra su estudio en la conciencia, que no es el resultado de procesos bioquímicos, sino algo que trasciende totalmente el aspecto material de la persona y no depende del tiempo, esto lo constata la experiencia de todas las épocas y de todas las culturas.

Creo que sí podemos esperar la vida eterna junto a Dios, de hecho, ya la tenemos.. como dices, la certeza solo la puede aportar la vivencia y experiencia de Dios. Hoy hay que introducirnos en el estudio de las experiencias humanas, particularmente de las experiencias espirituales que poco a poco van siendo confirmadas por la Física, en especial por la física cuántica, pero restando todavía mucho por comprender del misterio que somos y que Dios es.

El cómo vaya a ser esto todavía no lo sabemos pero creo que en realidad no debe importarnos tanto, basados en el Amor del que venimos y al que vamos. Creo que tu fe y tu esperanza de vida eterna en comunión con el Dios Trino y con toda la asamblea de los hijos de Dios son también las mías. Te adjunto mi comentario a este capítulo porque no has podido entrar al blog donde lo puse, si tienes tiempo leélo y luego me dices que piensas de esto.

Te mando un abrazi  y te pido que nos sigas enriqueciendo con tus aportaciones tan profundas y fundamentadas.

RESPUESTA DE ANA LAURA JIMÉNEZ C. A LOS COMENTARIOS DE ALMA PATRICIA JIMÉNEZ DE ROJÍ AL CAPÍTULO 12

"EL CRISTIANO NO HACE EL DIÁLOGO, ES EL DIÁLOGO EL QUE HACE AL CRISTIANO". (Paulo VI)

Bitamina: Me encantó tu reflexión, creo que subrayas el núcleo de todo el mensaje que nos trae Jesús: el que “Dios me ama” como Padre, tuyo y mío por lo tanto somos hermanos.

Yo creo que eres una cristiana de verdad, pues creo que ser cristiana no es “creer en Jesús” sino principalmente ir aunque sea poco a poco, conociéndolo más para ir incorporando en nuestras vidas su manera de tratar a los demás, sus valores, su manera de relacionarse con su Padre, su congruencia hasta las últimas consecuencias…

Creo también que lo que Dios quiere no es que seamos “buenos” sino que seamos “felices”, plenos, exitosos y como dices: “hasta hermosos, con los ojos del más grande amor incondicional”.

Yo creo que el Reino de Dios está aquí en la tierra, en esta dimensión de vida y en la dimensión que nos espera después de esta vida con cuerpo físico. Me gusta mucho que dices que en la medida en que vives al Dios de Jesús, te salvo, actúas por amor y no por miedo, y que nada puedes temer si Dios está contigo, que Dios te ama y quiere lo mejor para ti.

Creo que para entender el mensaje principal de este capítulo de Lenares tenemos que partir de algo fundamental que tú dices: “Si nada me separa de Dios, tampoco la muerte porque estando en Dios, Dios es vida eterna, así Jesús fue entrega hasta de su vida porque al perderla ponía en primer lugar la certeza de estar en Dios y volvió al Padre, principio y fin.

Me encanta que digas que no te preocupa que hay después de la muerte, no creo en amenazas ni premios. El amor verdadero confía plenamente.
 

RESPUESTA DE ANA LAURA JIMÉNEZ C. A LOS COMENTARIOS DE ELISA ZEEVAERT AL CAPÍTULO 12

"EL CRISTIANO NO HACE EL DIÁLOGO, ES EL DIÁLOGO EL QUE HACE AL CRISTIANO". (Paulo VI)

MI RESPUESTA A ELISA


ABRIL 9, 2011

Querida Elisa: a pesar de lo difícil que fué este capítulo nos envías una preciosa y profunda reflexión sobre este delicado tema. El dejar a un lado los premios y los castigos eternos y el saber que es en este tiempo que nos ha tocado vivir donde tenemos la oportunidad de encontrar la felicidad verdadera como dices, nos produce un reacomodo interior que tiene que ver con todo lo que hacemos.

Esas programaciones infantiles como el que Dios finalmente pondría todo en su lugar y que este valle de lágrimas algún dia sería el gozo eterno, hoy las cuestionamos y despertamos a una nueva manera de vivir mucho más libre pero también más responsable, el pan integral como dice Lenaers en vez de las chocolatinas, hoy sabemos que no es tarea de Dios impartir justicia humana, y la justicia divina se está realizando en todo momento. Para Dios todo está en orden en cada instante. No tiene que reparar ningún desequilibrio porque para Dios el injusto es el que se daña a sí mismo en primer lugar.

Cuando pedimos a Dios que imponga “justicia” le estamos pidiendo que actúe como actúan los poderosos. Dios no puede actuar contra nadie por muchas fechorías que haya hecho. Dios está siempre con los oprimidos, pero nunca para concederles la revancha contra los opresores. Esta es la clave para entender al Dios de Jesús.

Qué difícil es mantener cuando muchas veces, ante las mayores injusticias, Dios se calla. Es muy difícil armonizar este silencio de Dios con la insistencia en la eficacia de la oración. Dios no puede hacer justicia, tal como la entendemos los humanos. Algo tiene que cambiar en este discurso. No tenemos que esperar en la acción puntual de Dios, sino descubrir su presencia en todo acontecer y en toda situación.

El silencio de Dios me obliga a profundizar en la realidad que me desborda y a buscar la verdadera salida, no la salida fácil de una solución externa del problema, sino la búsqueda del verdadero sentido de mi vida en esa circunstancia, como dices, así podremos construir nuestras vidas plenamente con sentido y significado.

No cabe duda, nos dices, que como persona y como humanidad, vivimos en un proceso de crecimiento y desarrollo, y que hoy puedes entender la ilusión de la otra vida, y empezar a construir el cielo en el aquí y en el ahora, que sólo existimos según la Presencia de Dios en nuestro interior, esa energía llamada Amor, que nos une a todos los seres humanos desde nuestra misma y que cada uno participa de manera única y personal.

Muchas gracias por tus reflexiones que nos enriquecen tanto, gracias por tu esfuerzo de continuar en la búsqueda, no dejes de seguir enviándonos tus participaciones.

Te mando un fuerte abrazo

jueves, 7 de abril de 2011

APORTACIÓN DE ANA LAURA JIMÉNEZ C. AL CAPÍTULO 12

"EL CRISTIANO NO HACE EL DIÁLOGO, ES EL DIÁLOGO EL QUE HACE AL CRISTIANO". (Paulo VI)


Considero que la primera respuesta a los cuestionamientos que surgen al leer el capítulo 12 del libro del Padre Lenaers ya están respondidos en el capítulo 11: “ Creer en Dios es lo mismo que hacerse uno con el misterio original, porque creer es una actitud de alabanza y amor, un proceso dinámico de entrega, pérdida de sí mismo y unificación. Quien confiesa, junto con la tradición judeo cristiana, que la mejor manera de apuntar a la esencia del misterio original es el concepto de amor, debería confesar también que mientras más crece el amor, mayor es la unión con Dios, y mayor la participación en su eternidad, a pesar de la muerte biológica. Aquí se acaba nuestra capacidad para describir más exactamente lo que sucede. Todo lo que digamos sobre ese misterio original es deformación. Sólo hay una expresión que no deforma nada, y ella es que debemos y podemos entregarnos al misterio original, pase lo que pase con nosotros, aunque sea muy cruel. Pues confiarnos en el amor y dejar que nuestro ser biológico sea determinado y confiscado por él, es algo bueno, lo único bueno”.



” En mi comentario al capítulo 11 yo afirmaba: “ ..y es que cristianamente sólo puede hablarse de resurrección si al mismo tiempo se habla de Dios. Sólo quien entiende lo que significa la comunión con Dios, puede comprender lo que es la resurrección” , tanto para Jesús como para nosotros. Por consiguiente, quien realmente entiende la palabra “Dios” tiene que comprender que todo el que pertenece a Dios y con él tiene comunión, tiene también parte para siempre en la vida de Dios. Esta vida es eterna. La resurrección significa realmente la “comunión eterna del hombre total con Dios”, contra la que ni la muerte corporal tiene poder. Toda idea de resurrección que prescinda de Dios carece de sentido.



También Lenaers afirma en su capítulo 12 que la conciencia determinada bioquímicamente termina con la muerte bioquímica. Willigis Jäger, en la actualidad un referente necesario en el tema de la espiritualidad, en su libro “LA OLA ES EL MAR. ESPIRITUALIDAD MÍSTICA, Editorial Desclée de Brouwer, Colección Caminos, viene a insistir en que: “la realidad que tomamos por real no es la realidad real. Esta se revela sólo cuando abandonamos nuestra consciencia egoica cotidiana y entramos en una esfera más alta de la mente. La conciencia transpersonal.”, a la que explica afirmando lo siguiente: “En el nivel mental transpersonal la persona sobrepasa su consciencia del yo, queda inmersa en una realidad que trasciende nuestro yo. En el nivel sutil esto se da en forma de imágenes y símbolos; es el nivel de las visiones y de las profecías. En el nivel causal ocurre la experiencia de unidad con alguien que está frente a mí: un Dios personal independientemente de cómo se llame.”



Por otro lado, la consciencia egoica la explica así: :“Durante años vamos construyendo una identidad que llamamos yo. Nos identificamos con una serie de patrones. Defendemos nuestro yo con ira y con miedo. Pero en el fondo el yo carece de sustancia. Consiste en un cúmulo de cosas aprendidas y no es más que un centro de funcionamiento utilizado como instrumento por nuestra naturaleza esencial. Se disolverá con nuestra muerte; lo que quedará entonces será nuestra verdadera identidad divina.”



Para Willigis Jäger el intelecto es una manifestación concreta del espíritu y el cerebro no es otra cosa que la densificación material de energía espiritual. La realidad espiritual se experimenta a sí misma en la experiencia mística. En ella el espíritu se encuentra a sí mismo, mientras que en el nivel racional, con su dualismo de sujeto-objeto, sigue estando separado de sí.”Jagër no pretende polemizar con nadie y para ello se apoya en: “Carl Jung quien afirma que: “La experiencia religiosa es absoluta. Se escapa a cualquier discusión. Lo único que se podrá decir es que nunca se ha tenido esa experiencia y la otra persona dirá: “lo siento, pero yo sí la he tenido”. Y con ello la discusión ha terminado. Carece de importancia lo que el mundo opine sobre la experiencia religiosa, quien la tiene posee el gran tesoro de algo que se ha convertido para él en fuente de vida, sentido y belleza, proporcionando un brillo nuevo al mundo y la humanidad”.



Para Jäger la mística es el modo de abrir nuestra capacidad mental y así dice: “La liberación de la capacidad oculta de la consciencia reside en el espacio transpersonal de ésta; es la mística. La mística no está más allá de Dios y del mundo. La mística es Dios y mundo, una unidad indivisible. Este ser no se puede expresar con palabras, imágenes o símbolos porque toda imagen, símbolo o lenguaje sobre el ser están sujetos a cambios constantes, mientras que lo divino permanece inmutable. Dios sucede en el aquí y el ahora. Únicamente es este preciso instante es posible la comunión y la comunicación con Él. La verdadera importancia de Jesús radica, no en su muerte expiatoria en la cruz por una humanidad pecadora, sino en habernos señalado un camino hacia la experiencia de unidad con el principio divino originario, una experiencia que el mismo tuvo “Abba” “el Padre y yo somos uno” “quien me ve a mí ve al Padre”. Todos tenemos acceso a la experiencia de Dios:



Todas las religiones son caminos que llevan a la experiencia de lo divino, nos dice Jagër, pero ninguna de ellas puede afirmar que posee el acceso único. El cosmos es la epifanía de Dios.”



Desde la teología actual y más específicamente, desde la exégesis, podemos ver que en tiempo de Jesús no formaba parte esencial de la fe judía. Y Jesús no hizo de ella una cuestión temática de su predicación… La fe en la resurrección parece ser obra de la comunidad post pascual, no un mensaje de Jesús. Si para El hubiese sido un punto esencial (y entre creer o no creer en la vida post mortal es una diferencia existencialmente sustancial, que corresponde no sólo a dos religiones a dos antropologías diferentes) hubiera tenido que insistir en ello explícita y fuertemente, y hubiera debido tener “controversias” con las saduceos al respecto. Sin embargo, todo parece indicar que este tema fue irrelevante para Jesús, y que no figura en su predicación.



Después de Jesús, el cristianismo sí ha afirmado con contundencia la resurrección, la vida post mortal, el cielo/infierno, de forma que su afirmación ha formado parte esencial de la configuración misma de la esencia del cristianismo: Por supuesto que esta estructura del pensamiento cristiano no sólo es específicamente cristiana sino también cultural. Era todo el mundo el que creía en la vida eterna, o mejor, todo el mundo el que “no creía” sino que “creía ver con evidencia” la vida eterna, la permanencia más allá de la muerte, la vida de los muertos, el cielo y el infierno. El cielo, con descripción de su realidad, y sobre todo el infierno, con descripción de la suya: como el infierno del Dante, como uno de los elementos más constantes en el imaginario religioso popular. El catecismo por su parte lo describía, con más sobriedad, como consistente en una pena de daño y otra de sentido…



La creencia en el cielo y en el infierno, en el juicio final, etc., nos lleva a otro tema que ya no aceptamos tan fácilmente, y es que toda esta creencia estaba dependiente de la creencia de la “salvación”…Hoy nos preguntamos: ¿Salvación de qué? Y ¿por qué? ¿Por qué sin posibilidad de salvación? La diferencia en el entendimiento de este tema es sustancial porque de hecho, produce dos cristianismos diferentes.

A PROPÒSITO DEL CAPÌTULO XII APORTACIÒN DE MA. DE LOURDES JIMÈNEZ C.

"EL CRISTIANO NO HACE EL DIÁLOGO, ES EL DIÁLOGO EL QUE HACE AL CRISTIANO". (Paulo VI)


Comentarios de Maria de Lourdes Jimenez al

Capitulo 12 " Pan Integral en vez de chocolatinas"

del libro Otro Cristianismo es Posible del P. Leaners.



Es un capitulo muy fuerte de digerir, asimilar, y mas aun de comentar. A mi me ha llevado dias de reflexion, enojo, tristeza y finalmente, preocupacion en como voy a responder, sobre todo porque quizas lo que diga parezca ingenuo, y sobre todo retrogrado a los ojos de una concepcion teonomica como la que dice tener el P. Leaners, Pero lo que voy a decir, es el producto de una larga y dificil reflexion, y es lo que mi fe como Cristiana, me dice que debo esperar de la leccion de vida, que nos dejó Jesus de Nazaret con su paso por el mundo, con su pasión, muerte y resurrección: Y esa leccion como vimos en el capitulo anterior es que Jesus vive y vivirá por siempre, y que nosotros al finalizar nuestra vida en esta tierra, y al dejar el cuerpo fisico para que se reintegre a la tierra, viviremos tambien para siempre en el amor sin medida de nuestro Señor Jesucristo, viviremos como el en cuerpo glorioso y con nuestra identidad individual, tal y como el vive, y gozaremos de su presencia por toda una eternidad.



Asi lo prometio Jesus al ladrón que junto a su cruz agonizaba y perdia su vida en esta tierra, Asi se lo confirmo y lo consoló ante el final doloroso al que se enfrentaba, asegurándole que ese mismo día estaría con el en el Paraíso, y por lo mismo, no sería su esencia genérica e indefinida que se reintegraría a una energía universal, si no el mismo, en su individualidad y en su particularidad de ser humano el que estaria con Jesus en el Paraiso. Por lo anterior, mi fe si espera la vida eterna después de la vida fisica como promesa de nuestro Señor Jesucristo, y la espero con la certeza de que en esa vida, me reintegraré al amor infinito del Señor en mi propia identidad y con un cuerpo glorioso, donde además me reuniré con mis seres queridos que se han adelantado, pero que me aguardan para recibirme en mi brinco a los brazos del Señor.



La esperanza en el otro mundo que me aguarda, no es sin embargo, esperando que me encuentre a un juicio sobre el mal o el bien cometido, sino que creo firmemente, que somos pecadores previamente perdonados por el Señor, por lo que me aguarda, y le aguarda a todo el que deje este mundo, una vida plena en el amor infinito y misericordioso del Dios Trino.





La explicación que ofrece y en la que cree la modernidad, de que los procesos bioquimicos son los que generan el pensamiento y la conciencia, por lo que al dejar de vivir el cuerpo, se acaba todo y ya no existe vida intelectual o mental que subsista a la materia, es una explicación racional que no nos deja satisfechos para explicar fenomenos y vivencias que solo la fe otorga y por tanto, que no puede explicar la razon. Por eso es que esta explicacion de los procesos bioquimicos no puede ser aceptable para ninguna persona religiosa que crea y espere la vida eterna junto a Dios. Ya dijimos antes que en materia de fe y creencia religiosa, la razón no puede aportar la certeza que solo la vivencia y experiencia de Dios y de lo nouméniico puede aportar.



Por eso tampoco es satisfactorio para mi la interpretación que nos da Leaners a esta encrucijada entre la razón y la fe, que niega por un lado la vida después de la vida y por el otro, sostiene la subsistencia pero no como individualidad espiritual, sino como un todo genérico del que formamos parte y al que habremos de regresar cuando dejemos este cuerpo material que nos envuelve. No puedo entender esta posicion intermedia o "de reconciliación entre modernidad y tradición" que adopta Leaners, pues para mi siguen siendo una interpretación que él extrae de lo que la razón no le puede aportar una respuesta, y que el, según su convicción muy particular, interpreta, que regresamos al regazo del Señor pero solo como esencia genérica, como parte de un todo que es la humanidad, y que en esa indefinición y ausencia de limites que impone la individualidad, es que nos re-incorporamos al todo que es Dios, dejando atrás el ego o individualidad que nos identifico en la vida física.



Para mi esta interpretación intermedia de Leaners, me merece respeto, pero no la comparto. El la basa en su propia convicción de lo que es esa dimensión divina, que el Evangelio llama cielo o paraíso, como tan valida es mi fe y creencia en un mas allá que es el universo de Dios al que habremos de integrarnos al morir a este mundo y a este cuerpo físico, solo que ahora ese regreso lo haremos con nuestra forma individual de persona con un cuerpo glorioso y alma espiritual que habrá de sumar a la asamblea de todos los santos que ya participan de esa dimensión divina, para "ocupar el lugar que nos ha sido prometido en el paraíso que es Dios" Esta es mi fe y mi esperanza de vida eterna en comunión con el Dios Trino y con toda la asamblea de los hijos de Dios.