domingo, 26 de junio de 2011

COMENTARIO DE ANA LAURA A PROPÒSITO DE LA PARTICIPACIÓN DE ALMA PATRICIA JIMÉNEZ AL CAP. 14, SACRAMENTO DEL MATRIMONIO

"EL CRISTIANO NO HACE EL DIÁLOGO, ES EL DIÁLOGO EL QUE HACE AL CRISTIANO". (Paulo VI)

BITAMINA:
Qué importante es lo que tú afirmas: el matrimonio es una decisión en libertad, pero con frecuencia se nos olvida que la otra cara de la medalla de la libertad es la responsabilidad, el amor que estoy muy de acuerdo que es la base y la esencia del matrimonio y que si se acaba no tiene sentido continuar juntos, el amor hay que cuidarlo, y esto implica tiempo, esfuerzo, sacrificio, diálogo, preparación, actualización, usar la razón y no solo la emoción, a veces recurrir a la terapia, diseñar proyectos juntos, saber ser amigos, saber divertirse, “tomarse de la mano para caminar juntos hacia Dios”, que es como el Padre Ignacio Navarro, M.Sp.S. definía la espiritualidad conyugal.



Hoy en día sabemos que el primer paso para poder tener una buena relación de pareja es ser uno mismo cada uno de los integrantes de ésta, y que el otro me conozca como soy, sin miedo a que no me acepte, es decir, con autoestima alta, con capacidad de salir adelante en la vida sin necesidad de que “te mantengan” o de que “te sirvan”, que en tiempos anteriores fue la verdadera razón para casarse. Bueno, todo esto se analiza desde la Psicología, desde el Desarrollo Humano, pero todavía hay mucho más: nuestra dimensión espiritual que al desarrollarla descubrimos que somos templos vivos de la Divinidad, que somos su manifestación, y que manifestar a esa Divinidad a quien Jesús le llamó Abbá es nuestra mayor realización, tanto como personas como siendo pareja, porque “Dios los creó varón y mujer, a su imagen y semejanza” es decir, que la masculinidad y la feminidad son los dos juntos reflejos más claros de Dios.



Cómo se ha descuidado en nuestra Iglesia la relación de pareja, cómo se ha sermoneado en contra del divorcio, del adulterio, del aborto, inclusive de la planeación familiar, no se diga del homosexualismo, y sin embargo, el núcleo, a la esencia de la vida de pareja que es el amor, no se le ha dado importancia cuando que como dice uno de los grandes exegetas actuales al explicarnos el “Cantar de los Cantares”: : “Dios le pidió prestados a la pareja humana enamorada, sus gestos, sus comportamientos, su lenguaje, para poder decirnos un poco más claro cómo nos ama Dios”. Sin embargo, la Iglesia institucional se ha empeñado en hacernos creer que nuestro sacramento no es tan digno como el sacramento del orden sacerdotal, que nuestra vida no es consagrada, cuando un sacerdote deja el ministerio “se le reduce al estado laical”, etc.



Cuánto trabajo tenemos que hacer desde dentro de nuestra Iglesia y con amor, por rescatar la dignidad del amor de pareja y del matrimonio en sí, el Concilio Vaticano II, en la Constitución Gaudium et spes, del número 47 al 52, tiene unas reflexiones preciosas sobre la dignidad del matrimonio, que no es precisamente el tener hijos, aunque sí los hijos son fruto de ese amor, pero parece que hemos dado marcha atrás en muchas reflexiones del Concilio, sin embargo, quienes creemos en que nuestro amor como parejas viene de Dios, que no necesitamos del sacramento para tenerlo sino que el sacramento sólo es la celebración de algo que ya tenemos, que todas las parejas que se aman son manifestación de ese amor divino, quienes tenemos estas experiencias, somos los que hoy podemos ayudarnos a descubrir la verdadera riqueza de este sacramento, sobre todo con nuestras vidas.



Me enorgullece saber que mi hermana ha luchado siempre por esa santidad del matrimonio y que otra hermana, como diría el P. Rubén Murillo, S.J., aunque no tenga el sacramento oficial “lo vive heroicamente”. Bueno, no se vale presumir pero ya lo estoy haciendo… Un beso…

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