domingo, 2 de octubre de 2011

A PROPÒSITO DEL CAPÌTULO XVI APORTACIÒN DE MA. DE LOURDES JIMÈNEZ C.

"EL CRISTIANO NO HACE EL DIÁLOGO, ES EL DIÁLOGO EL QUE HACE AL CRISTIANO". (Paulo VI)

Comentarios al Capitulo XVI, "El Camino de la Curación Interior"


En este capítulo XVI de su libro, Lenears se refiere a que el uso de conceptos como "Pecado" "Culpa" "Confesión", "Contrición", "Perdón", "Salvación" o "Condenación", están todos cargados de contenidos e imágenes heterónomas, y que en su opinion, estos conceptos asi concebidos, hoy tienden a desaparecer y a eclipsarse ante la perdida de la llamada "conciencia del pecado" que caracteriza a estos tiempos de la actualidad. La razón, dice Lenears, es que son conceptos que han perdido su contenido y significado para el cristiano moderno, que son claramente terminos y expresiones de origen heterónomo, es decir, que nos llegan desde afuera y arriba, y no desde la vivencia de un Dios de amor y misericordia sin limites que para los cristianos se expresa y realiza a plenitud en la persona de Jesus de Nazaret. Para el cristiano de hoy estos conceptos en lengluaje heteronomo no le dicen ni le reflejan nada de ese Dios de Amor que es Jesus y el Padre, por eso no es de extrañar que cada vez estos conceptos se vayan vaciando de contenido, significado y sentido, y que acaben finalmente por nulificarse y hacerse letra muerta, pues no son representativos de ese Dios de amor en el que todos creemos y experimentamos a través de Jesus.

Coincido plenamente con Lenears en que todos estos conceptos requieren, o bien reformularse y explicarse en un sentido mas "teonómo", es decir desde abajo y adentro del corazón del hombre, y que es el caso del pecado, del perdón, de la culpa, la redención o la salvacion, y que hay otros conceptos que deben desaparecer del lenguaje cristiano, como son, en mi opinion, el de la Confesión obligatoria, el del pecado original y hereditario, el del pecado mortal o grave que de no haber sido perdonados a la muerte, producen la eterna perdición, o de los pecados "del espíritu", que ni siquiera en el cielo pueden ser perdonados, de la penitencia, castigo eterno y condenación, que son todos conceptos ajenos, e, inclusive, contrarios con la idea de un Dios de amor y misericordia sin limites, que se da y se entrega sin medida y sin condiciones a sus criaturas y que como Padre por excelencia, todo lo perdona, todo lo da y se entrega sin limites para la gloria y plenitud eterna de sus hijos, por lo que la idea de un Dios que solo está esperando la contrición, el reconocimiento y la humillación de sus hijos pecadores, ignorantes y debiles, para así ser congraciado y aplacado en su ira, habla de un Dios violento y castigador con el hombre, que está muy dispuesto inclusive a condenarlo si es que este no se arrepiente de sus pecados, propio de un Rey o Soberano mas humano, de un "potentado terrenal" como dice Lenears, y no del Dios del amor sin medida cuyo rostro nos ha enseñado Jesucristo.
El pecado como ruptura de la relación con Dios, es un problema como dice Lenears mas del hombre que cae en la cuenta de su acción o conducta para con Dios que es todo misericordioso y que ello mas que incomodar a Dios, le produce al hombre que peca, una angustia y miseria existencial que lo hunde en el mas horrible desamparo y soledad, por lo que solo querrá restablecer su relación que estima perdida con Dios, y no un motivo de cólera y enfado para Dios que debe ser apaciguado, aplacado y contentado para que reciba de nuevo al pecador en su cuidado y amor. Ese no seria ni siquiera la reacción natural de un padre terrenal con el hijo que le ha fallado, cuanto menos podría ser la reacción del Padre de los cielos. Por su parte, el perdón que nos da el Padre ya ha sido dado de antemano al hijo desde su creación amorosa, el pecador ha sido perdonado inclusive antes de haber pecado, pues ese Dios de amor lo único que quiere para sus criaturas es su bien total y pleno, por eso a pesar del hombre ese Dios siempre lo estará atrayendo, buscando, perdonando y acogiendo.
Por cuanto a la confesión como sacramento, Lenears la llama mejor como el sacramento de la sanación, de la renovación y curación y lo ve, mas que debiendo ser una exigencia que le viene al hombre desde afuera, una decision libre y voluntaria del hombre que cae en la cuenta de su pecado y debilidad y que arrepentido de su rechazo al Dios que lo ama, quiere restablecer esa relación, sanar su alma y regresar al regazo de su Dios, que por cierto, nunca lo habrá abandonado, y que, por el contrario, en cuanto más debil y frágil este su criatura, mas estará buscando su regreso a la armonía y paz de su corazón, mas presto estará haciéndose presente y cercano para curar su aflicción y angustia.

Estas son las formas y términos en sentido teonómico, como yo entiendo al pecado, la confesión y el perdón, como el deseo que sale del hombre de curar su pecado, de expiar su culpa, y mostrar su arrepentimiento, de ahi su necesidad de confesar su pecado, debilidad y rechazo al amor de Dios en su vida, para así restablecer en lo interior, la certeza de ese amor que nunca se extingue, que siempre le está listo y presto para extender y acoger en su debilidad y limites, por que de El somos y a El estamos en camino de regresar, aun cuando no lo sepamos o queramos expresar, por que el amor de Jesus y del Padre por conducto de su Espíritu, no tiene limite, ni condición, ni medida, es total, pleno y absoluto para con sus criaturas.

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