martes, 9 de agosto de 2011

COMENTARIO DE MA. DE LOURDES JIMÉNEZ C. AL CAPÍTULO XV

"EL CRISTIANO NO HACE EL DIÁLOGO, ES EL DIÁLOGO EL QUE HACE AL CRISTIANO". (Paulo VI)

Comentarios de Ma. de Lourdes Jimenez Codinach


al Capitulo XV, "Tomar y Comer, Tomar y Beber" del Libro del P. Roger Lenaers "Otro Cristianismo es Posible".



Ha sido este Capitulo XV de todos los que hasta ahora he leído y reflexionado del libro del P. Lenears, el que mas me ha ayudado a entender el por que ese sentimiento de ambivalencia que tengo frente al sacramento de la eucaristía y que por tanto tiempo ha sido motivo de culpa, remordimiento e incongruencia en mi vida como cristiana, y que no por esto ha dejado de existir y preocuparme, pero si ha aligerado esa carga que siempre he llevado al comparar mi religiosidad con la de mi mamá o de algunas de mis hermanas y hermanos que la abrazan y reconocen con el mismo amor que el que tuvo toda su vida mi madre.



Ambivalencia he tenido y tengo con el sacramento de la eucaristía, sobre todo con la misa dominical o la de las fiestas de guardar obligatorias (como también la tengo con el de la confesión de por lo menos una vez al año), que por un lado, rechazo y me rebelo a cumplir, o, en el mejor de los casos, me son indiferentes, y no me dicen nada, sino solo son rituales que se que tengo que cumplir, pero que no me dicen o inspiran ninguna comunicación o relación mas profunda con Dios o con Jesus; mientras que por otro lado, el sacramento de la comunión, ha sido siempre un ritual que quiero repetir y no dejar, pues ello siempre me trae un momento de compenetración, unión e integración o acompañamiento con la persona de Jesus, de Dios Padre y de su Espíritu, como una forma de sentirme envuelta en su amor, presencia y compañía.



¿Cómo es entonces que por un lado hay esta insensibilidad y rechazo con la eucaristía o Santa misa que nada me dice o aporta, y por otro lado, tanta plenitud y gusto por la comunión como símbolo del cuerpo y alma de Jesus en mi?



El Capitulo XV de Lenears, me ha revelado que quizas lo que he sentido como rechazo a la Eucaristia, no es al sacramento entendido como un Memorial de la vida de Cristo y de su amor a Dios y al prójimo, que es lo que Lenears, llama a la Eucaristia en lenguaje teonómico, sino como un rechazo a ese contenido heterónomo y formal que se la ha dado a la misa y a la comunión, y que la Iglesia Jerárquica ha impuesto y se opone a cambiar o flexibilizar y aligerar, sino que por el contrario, insiste en ver a la Misa como un recordatorio de la pasion, muerte y resurreccion de Jesus, de su sacrificio por los pecados de todos los hombres, quienes a cambio de su sacrificio en la cruz, imploran su perdon y penitencia para sanear su cuerpo y alma con el alimento del pan y vino transformados en la carne y sangre de Jesucristo que en forma real y presente, aunque no entendible, ingresa en nuestro cuerpo e ilumina nuestro espíritu.



El rechazo o insensibilidad y aburrimiento con la misa, es entonces, no con el "memorial" como diria Lenears, de la vida y el amor de Jesus que se nos recrea y que volvemos a recordar en este sacramento, o el sacramento de la comunión que nos hace presente y nos recuerda que Dios siempre está activo y vivo en nosotros como ejemplo a seguir en nuestro respectivo camino, sino con ese lenguaje heterónomo de que se ha nutrido el ritual, es un lenguaje que poco me toca, que poco me dice, que no me relaciona ni me acerca más a un Dios de amor y misericordioso, sino a un Dios enojado con el hombre, que solo se aplaca con el sacrificio que se le ofrece, y, que solo perdona por que se lo pedimos y rogamos con el proposito de que no volveremos a incurrir en la falta, aunque tan pronto lo pronunciamos, volvemos a pecar, pues es un compromiso que se crea sin convicción de ser cumplido, sino solo por seguir un ritual vacío de contenido, pero necesario para seguir perteneciendo a esa Iglesia que se nos dice, Él instituyó en la cabeza de Pedro, por lo que aquel que no cumple con el ritual en la forma y con la periodicidad que exige ésta su Iglesia, entonces ése está fuera de la comunidad, pierde el estado de gracia, y por lo tanto, acaba siendo en el mejor de los casos, un miembro pasivo de la Iglesia, y por tanto, "católico de segunda" que no observa los ritos y sacramentos, que no son como dice Lenears, mas que medios y no fines para saberse amados y acompañados siempre por Cristo, cuando el sentido y razón de ser del rito, es que nos permite, como dice Lenears, recrear el amor de Jesus a Dios Padre y al prójimo, de revivir su presencia entre nosotros, y no meros pasaportes o llaves para acceder y obtener al amor de Dios, que nos es dado desde siempre, como también, su perdón y salvación igualmente dados de antemano.



La principal revelación que este capitulo XV me deja a mi sobre la eucaristía y la comunión, es que debemos como comunidad eclesial abandonar y cambiar la teologia del sacrificio y de la muerte en la cruz por nuestros pecados que se le ha dado a la Eucaristia y a la misa, para llegar a una teologia del "memorial" o del "recuerdo" y "celebración" de la vida de Jesus como una forma de recrearse y dársenos permanente y reiteradamente a nosotros en el pan y en el vino consagrado que recibimos y hacemos nuestro, no por que en el se encuentre real y materialmente la sangre y el cuerpo de Jesus, sino por que ese vino y ese pan son formas simbólicas y representaciones materiales o imagenes que nos recuerdan a Jesus de Nazareth vivo y presente en nuestras vidas, transformando y tocando con su amor nuestra existencia, para ser cada vez una mejor persona, en el amor a Dios que se realiza en el amor al prójimo.



El objetivo de la Eucaristia, dice Lenears, el objetivo "de este comer y beber, es, según las palabras del relato de la institución de la eucaristia, recordar a Jesus, lo que significa despertar un recuerdo vivo suyo, como el de alguien que quiso ser como pan y vino para quienes vivieron con el. Este recuerdo vivo, este "memorial" vuelve a hacerlo presente y creativamente eficaz en la vida de aquellos en quienes esta memoria se despierta"", y mas adelante añade ""sEl objetivo de la eucaristia está en el memorial, el recuerdo vivo de Jesus, con su influjo enriquecedor para la existencia, mientras que el comer y beber es el medio para ello".



Así pues, la eucaristia es el memorial de Jesus, el recuerdo que nos hace presente su vida y lo que su vida hizo en nosotros, la comunión, es el medio en que Jesus se recrea y hace presente en nosotros, en que evidenciamos como vive y actua en nosotros, de como el amó al Padre y a cada uno de nosotros, por eso, por ser congruente con ese amor del Padre, por el Hijo y a través del Espíritu, es que en la misa, y mas concretamente, en la Comunión, nosotros recreamos a traves del pan y vino consagrado que se nos reparte y comemos, a Jesus que se nos dá y se nos entrega reiteradamente, para nutrir siempre con su recuerdo y en forma espiritual y simbolica, nuestras vidas.



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