martes, 9 de agosto de 2011

RESPUESTA DE ANA LAURA JIMÉNEZ C. A LOS COMENTARIOS DE MA. DE LOURDES JIMÉNEZ DE PADIERNA SOBRE EL CAPÍTULO 15

"EL CRISTIANO NO HACE EL DIÁLOGO, ES EL DIÁLOGO EL QUE HACE AL CRISTIANO". (Paulo VI)


RULITA: Creo que tocas el meollo del problema que tenemos los que honestamente estamos tratando de darle un sentido a la liturgia de los sacramentos. Ese sentimiento de ambivalencia creo que yo lo tengo respecto a todos los sacramentos, no encuentro en ellos a un Dios amor, no encuentro en ellos a Jesús, no experimento un encuentro existencial con El ni descubro su mensaje de vida, más bien siento un mensaje tétrico, morboso, que fomenta culpas, miedos, advertencias, etc.

Me da mucho gusto que la reflexión sobre el Capitulo XV de Lenears, te haya revelado que lo que has sentido como rechazo a la Eucaristia, “no es al sacramento entendido como un Memorial de la vida de Cristo y de su amor a Dios y al prójimo, sino a ese contenido heterónomo y formal que se la ha dado a la misa y a la comunión, y que la Iglesia Jerárquica ha impuesto y se opone a cambiar o flexibilizar y aligerar, sino que por el contrario, insiste en verlo como algo sádico, masoquista, morboso, en donde nos insiste en que hay que pedir una y otra vez perdón y misericordia a Aquel que desde siempre nos ha perdonado y que es rico en misericordia…

Con la lectura también de grandes teólogos como Juan Luis Herrero del Pozo, caemos en cuenta de por qué nos aburren tanto las eucaristías y qué bonito sería el celebrarlas tal y como Jesús lo hizo, asistir a la eucaristía en esas condiciones no sería una obligación sino un derecho que defenderíamos.

También me parece muy importante que subrayas el verddero valor de la eucaristía, que es como diria Lenears, el memorial de la vida y el amor de Jesus que se nos recrea y que volvemos a recordar en este sacramento, o el sacramento de la comunión que nos hace presente y nos recuerda que Dios siempre está activo y vivo en nosotros como ejemplo a seguir en nuestro respectivo camino.

Yo creo que es totalmente comprensible que a ti, a muchos de nosotros y especialmente a las nuevas generaciones, con ese lenguaje heterónomo de que se ha nutrido el ritual, la Misa tiene un lenguaje que poco te toca, que poco te dice, que no te relaciona ni te acerca más a un Dios de amor y misericordioso, sino a un Dios que en realidad es una caricatura deformada del Dios de Jesús.

Dices que el compromiso de asistir a Misa se crea sin convicción de ser cumplido, sino solo por seguir un ritual vacío de contenido, pero necesario para seguir perteneciendo a esa Iglesia que se nos dice, Él instituyó en la cabeza de Pedro, por lo que aquel que no cumple con el ritual en la forma y con la periodicidad que exige ésta su Iglesia, entonces ése está fuera de la comunidad, pierde el estado de gracia, y por lo tanto, acaba siendo en el mejor de los casos, un miembro pasivo de la Iglesia, y por tanto, "católico de segunda" que no observa los ritos y sacramentos. A mí todo esto me molesta mucho porque veo la forma en que nos ha manipulado aquellos que estaban para darnos a conocer el mensaje de Jesús.

Los sacramentos, dices bien, no son mas que medios y no fines para saberse amados y acompañados siempre por Cristo, y su sentido y razón de es que nos permiten recrear el amor de Jesus a Dios Padre y al prójimo, de revivir su presencia entre nosotros, y no meros pasaportes o llaves para acceder y obtener al amor de Dios, que nos es dado desde siempre, como también, su perdón y salvación igualmente dados de antemano. ¡Por supuesto que sí!!

Tu conclusión debería ser tomada muy en serio por cualquiera que se diga cristiano y más si es adulto: “debemos como comunidad eclesial abandonar y cambiar la teologia del sacrificio y de la muerte en la cruz por nuestros pecados que se le ha dado a la Eucaristia y a la misa, para llegar a una teologia del "memorial" o del "recuerdo" y "celebración" de la vida de Jesus como una forma de recrearse y dársenos permanente y reiteradamente a nosotros en el pan y en el vino consagrado que recibimos y hacemos nuestro, no por que en el se encuentre real y materialmente la sangre y el cuerpo de Jesus, sino por que ese vino y ese pan son formas simbólicas y representaciones materiales o imagenes que nos recuerdan a Jesus de Nazareth vivo y presente en nuestras vidas, transformando y tocando con su amor nuestra existencia, para ser cada vez una mejor persona, en el amor a Dios que se realiza en el amor al prójimo.

¡! MUY BIEN DICHO!!

El recuerdo vivo, este "memorial" de la Eucaristía, vuelve a hacer presente a Jesús y de una forma creativamente eficaz en la vida de aquellos en quienes esta memoria se despierta, dice Lenaers, ese memorial debería tener ese influjo enriquecedor para la existencia, y el comer y beber es solo el medio para ello. Por eso, como dices, se entiende que ahora muchas personas que sí quieren seguir a Jesús, ya no quieren participar de la Eucaristía.

Precisamente la Eucaristía con la que celebramos el final del retiro que te platiqué, la vivimos como un encuentro existencial con ese Jesús que se hizo nuevamente presente en nuestras vidas, en el que “evidenciamos cómo vive y actúa en nosotros”, de cómo amó al Padre y a cada uno de nosotros… tal y como tú lo expresas bellamente.

Muchas gracias por estos comentarios tan enriquecedores...



No hay comentarios:

Publicar un comentario