Comentarios de Maria de Lourdes Jimenez Codinach al Cap. XVII, Psiquicamente Enfermo o muy cerca de Dios, del Libro del P. Lenears, Otro Cristianismo es Posible.
Este capitulo que trata sobre el sentido y significado que tiene para el católico hoy en día, la mortificación, el sacrificio y la penitencia como medio de obtener el perdon de Dios por nuestro pecado, nuestra pequeñez y nuestra limitación, coincido con el P. Leaners que no son propias de una concepción del Dios de amor que sabemos por Jesucristo, que es el Dios Cristiano, el Dios Trino y amoroso que se nos da sin condiciones, que es todo misericordia sin limites y amor sin medida, un Dios que no quiere sacrificios ni penitencia de nosotros darnos y mostrarnos su amor y misericordia sin medida, que lo único que quiere para nosotros es una vida en el amor para el prójimo y para nosotros mismos, una vida con sentido y plenitud para todo ser humano. El Dios del perdón condicionado al sacrificio, la auto-humillación y penitencia es un Dios mas humano que divino, es un Dios concebido por el hombre de acuerdo a sus categorías y conceptos humanos, que piensa, actúa y se comporta como un ser superdotado, todopoderoso y soberano, consciente de su grandeza y omnipotencia sobre sus súbditos, que todo lo controla, lo tiene a su servicio y por tanto, lo quiere a su gusto, placer y gozo, por lo que ante cualquier desviación a su plan u orden de vida, le desata en su colera y enojo, y no se contenta hasta que el transgresor confesa su culpa, la expia y se vuelve a someter a sus designios. Ese no es un Dios de amor, sino un Dios soberbio de su poderio y fuerza, enamorado solamente de si mismo y para si mismo, que utliliza a todos los seres de la creación, como sus siervos y subditos, que alaban y embellecen su corte y su reino.
Ese definitivamente no es el Dios que Jesus nos vino a enseñar como el Dios del amor y de la vida plena para sus hijos y criaturas; el Dios que está entre nosotros, que vive en nosotros y que nunca nos abandona, a pesar de que nosotros si lo olvidemos, lo ofendamos o inclusive lo neguemos, por que no lo podemos comprender, abarcar o entender, pero que por Jesucristo sabemos que es el que nos ama por encima de todo, que nos perdona de antemano nuestras fallas y pecado, y que en ese perdón sin condiciones, nos muestra que lo único que quiere para nosotros es una vida plena en el amor a nosotros mismos como a nuestro prójimo, que sea cada vez mas humana, significa que se desarrolle en el amor entre los hombres, en la justicia y la compasión para los que mas lo necesitan y sufren. Esa es la vida plena que Jesus vino a instaurar y la que entendemos como la vida de salvación para la que estamos todos destinados, la vida en el amor de Dios para hoy y para siempre.
Pero esa vida en el amor al prójimo y a nosotros mismos como forma de reflejar el amor de Dios por y en nosotros, y no una vida sujeta a controles y cortapisas que solo dan poder y autoridad a aquellos que nos controlan y vigilan en nombre de un supuesto Dios de amor y del bien supremo, no requiere de una cultura de la redención, de sacrificio, y de expiacion de culpa y de pecado, esto como ya lo señalamos no es congruente ni propio del Dios verdadero que conocimos en Jesus, esa vida en el amor y la compasión por el projimo como por nosotros mismos, requiere de una culltura de entrega y desprendimiento del amor propio por el amor al prójimo, de cuidado y compasión por el desvalido y marginado, de inclusion y aceptacion del otro como diferente a mi mismo, pero que me complelmenta, me acompaña y me hace mas humano, requiere de una cultura de agradecimiento y alabanza a Dios por la vida que nos da y que permite que nosotros la construyamos a nuestro gusto y para el bien de todos, por los innumerables dones y gracia que a cotidiano recibimos y que nos ayudan a hacer de nuestro de camino por la vida, una senda de amor, alegria y bienestar para todos los que vamos juntos en ese camino de plenitud y salvación que es la union plena con ese Dios de amor que parece inconcebible e inalcanzable, pero para el que siempre hemos estado destinados a regresar, y al que regresaremos.
Por estas razones, es que pienso que al cristiano de hoy mas que el Dios que pide sacrificios, de la mortificación, penitencia y reconocimiento de culpas para dispensar su perdón y expiación del pecado, requerimos recrear y reforzar en la vida misma, pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo,a ese Dios de amor incondicional y misericordioso sin medida que quiere para nosotros la vida plena, la vida buena y abundante en amor y compasión por el prójimo, como una forma de alabar y recrear ese amor de Dios en nosotros. No es que se niegue ni se minimize la existencia del pecado y del desamor entre los hombres, que solo daño, alienación y muerte propaga, y que nosotros lo encendemos, y lo fomentamos, sin que después nos podamos salir de ese circulo vicioso por nuestras propias fuerzas, por ello si creo que sabiendo que este mal existe y que nosotros solos no podemos controlar, es que debemos insistir en hacer presente y vivo en nuestra conciencia que con el amor de Dios que vive y actúa en nuestro ser, podemos revertir el mal generado, combatirlo y eliminarlo, y que el camino siempre es compartir el amor de Dios en nosotros con el prójimo, ser compasivo a su dolor y sufrimiento, y hacerme uno con el en ese camino de sanación y recuperación del amor negado o perdido.
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