jueves, 24 de junio de 2010

APORTACIÓN DE ANA LAURA JIMÉNEZ C. AL CAPÍTULO 4

"EL CRISTIANO NO HACE EL DIÁLOGO, ES EL DIÁLOGO EL QUE HACE AL CRISTIANO". (Paulo VI)

LA BIBLIA ¿PALABRA INEQUÍVOCA DE DIOS?

“La Biblia fue dictada por Dios” “Esta es la Palabra de Dios” “La Biblia lo dice y por lo tanto es la verdad”, “Está en la Biblia”. Con frecuencia oímos estas exclamaciones en discusiones de tipo religioso. Sin embargo, hoy sabemos que la Biblia fue la referencia fundamental para defender el derecho divino de los reyes, para afirmar que la tierra es el centro del universo alrededor de la cual gira el sol, que la esclavitud, la segregación y el “apartheid” son instituciones sociales legítimas y morales, que las mujeres deben tener posiciones de segunda categoría en la sociedad, que la evolución fue una teoría errónea y que la homosexualidad es una condición humana condenada por Dios. !Sin embargo, en cada uno de estos debates culturales, la Biblia ha venido perdiendo!

No obstante lo anterior, el seguir reclamando la inerrancia de las Escrituras por ser “Palabra de Dios”, es el argumento principal del ala conservadora de las Iglesias Cristianas para atacar al mundo moderno desde principios de los 1900´s. Sin embargo, los que pertenecen a esta ala conservadora parecen no percatarse tanto de que su postura refleja una total ignorancia de los estudios bíblicos actuales, como de que esta postura ha sido la fuente de grandes males a través de la Historia del Cristianismo. Detrás de todos los que fueron quemados por herejía, en el corazón de muchos prejuicios humanos que han dañado las relaciones entre las personas, la justificación ha sido que en la Biblia encontramos la Palabra de Dios y que por lo tanto no hay error en ella, todavía ese argumento sigue siendo básico para muchos cristianos.

Si este reclamo es un ingrediente esencial en el Cristianismo, entonces seguramente el Dios Cristiano está destinado a unirse a Marduk, Baal y los dioses del Olimpo en los museos de la historia en una vitrina dedicada a las “Deidades que han Muerto”.

El hecho de que aún hoy, en 2008, líderes religiosos puedan proclamar esta afirmación sin que su público se moleste por lo absurdo de la misma, es prueba de la tenacidad de las supersticiones religiosas y de lo aguantador, no obstante neurótico, que es el ser humano, necesitado de certezas y de seguridades.

Un hecho desmostrable hoy es que existe una grieta cada vez mayor que divide aquello que los estudiosos de la Biblia saben y aquello que los párrocos y catequistas le dicen a sus fieles. Si nuestro clero no cree aquello que está diciendo, y si nuestras liturgias afirman cosas que los estudiosos universalmente rechazan, entonces claramente algo malo está sucediendo en el Cristianismo actual que no le augura nada bueno al Cristianismo del futuro.

La crítica a la visión fundamentalista de la Biblia como la palabra literal de Dios todavía es interpretada en los círculos religiosos conservativos como si fuera un ataque a la misma Biblia, a Dios, al Cristianismo y a la religión. ¡Pero esta afirmación ya no tiene credibilidad¡¡ Y esto necesita gritarse fuerte y consistentemente no sólo por aquellos críticos de la religión, sino por aquellos de nosotros que somos cristianos, que adoramos a Dios regularmente, que apreciamos la Biblia y que encontramos en ella verdades que nunca deseamos perder o sacrificar.

La afirmación de que la palabra literal de la Biblia es la Palabra de Dios y que no tiene error, primero asume que la Biblia es algo como una simple entidad con un simple y último autor. Ninguna de las dos cosas es así. Tenemos que partir de que las personas que escribieron los libros de la Biblia no pensaban que ellas estuvieran escribiendo “La Palabra de Dios”. Luego veremos que la Biblia está hecha de 66 libros, más si incluimos los Apócrifos, escritos por un largo número de autores, la mayoría de los cuales son completamente desconocidos. David no escribió los Salmos. Moisés no escribió la Torah (Génesis, Exodo, Levítico, Números y Deuteronomio). Moisés estaba ya muerto 300 años antes de que las primeras palabras de la Torah fueron escritas. La Torah adquirió su forma actual a través de un periodo de alrededor de 500 años, entre el 960 A.C, y mitad del siglo IV A.C. aproximadamente. Así que una primera pregunta que podríamos hacernos sería: ¿Por qué tomó tanto tiempo a Dios el terminar el dictado divino de Su Palabra?

Respecto a los primeros cinco libros de l Biblia, llamados la Torah o los Libros de Moisés, los estudiosos saben desde el siglo XIX, que estos libros no son el trabajo de una sola mano. Son más bien una compilación de al menos cuatro fuentes del pensamiento judío que fueron compuestos en un período de 500 años aproximadamente. Estas fuentes fueron, primero, el DOCUMENTO YAHVISTA, escrito en el siglo X A.C. y algunas veces llamado la Ilíada Hebrea, el cual refleja la historia nacional del Reino del Sur o Reino de Judá. La segunda fuente fue el DOCUMENTO ELOHÍSTA, escrito en el siglo IX A.C. y algunas veces llamado la Odisea Hebrea, que refleja la historia nacional del Reino del Norte o Reino de Israel. Después de la caída del Reino del Norte bajo el poder de los asirios en el 721 A.C., estas dos historias nacionales fueron unidas en una sola narrativa. La tercera fuente fue el producto de un documento conocido como el ESCRITO DEUTERONÓMICO, compuesto en la parte tardía del siglo VII A.C. y cuyo contenido consistía en el libro del Deuteronomio y una edición general de la nueva historia judía que estaba emergiendo. La cuarta fuente de la Torah no fue tanto un documento como más bien un comentario editorial aplicado a la entera historia de fe por aquellos llamados los Escritores Sacerdotales y escrito durante el Exilio Babilónico en algún momento entre el 586 A.C. y el 450 A.C.

Este es el proceso, brevemente descrito, que produjo la parte antigua de la historia bíblica. Estas diferentes fuentes y versiones de la historia en algunos lugares de la Biblia demuestran inconsistencia y detalles conflictivos, especialmente en la Torah. Por ejemplo, la ley del Sábado, se desarrolló durante el Exilio pero se lee con el episodio del maná, para asegurarse de que esta comida milagrosa no se recogió en el séptimo día ya que eso hubiera constituido una violación a la ley del sábado. Las leyes ritualistas que regulaban los sacrificios fueron añadidas a la historia de Noé y así fue como durante los 150 días en el arca, Noé pudo ofrecer los sacrificios apropiados sin destruir las especies. Finalmente, hay tres versiones de los Diez Mandamientos en la Torah. La más antigua, del documento Yahvista, se encuentra en Exodo 34. La versión que nos es más familiar, que está en Exodo 20, viene del documento Elohista pero fue explicada por los Escritores Sacerdotales. La tercera versión está en Deuteronomio 5 y a pesar de estar cercana a Exodo 20, tiene diferencias significativas.

La versión deuteronómica del Cuarto Mandamiento es la razón para el descanso del sábado, no que Dios descansó del trabajo de la creación y por lo tanto destinó el séptimo día para el descanso, sino que los judíos deberían recordar que ellos fueron esclavos alguna vez y que inclusive los esclavos necesitan un día de descanso. La historia de los siete días de la creación, con la cual la Biblia inicia, fue escrita por los Escritores Sacerdotales bastante después de que el Deuteronomio fue completado.

Cuando leemos el texto de la Biblia completo, en seguida preguntamos cómo es que algo que es la “Palabra de Dios” puede ser visto como el fundamento, como se ve, de la esclavitud, del trato a las mujeres como si fueran una propiedad, de la petición de la pena de muerte para aquellos que adoran falsos dioses, que cometen adulterio o que desobedecen a sus padres?

Cuando leemos más detenidamente la Biblia nos preguntamos cómo un texto puede ser llamado “La Palabra de dios” cuando presenta a Dios odiando a los egipcios, matando al primogénito de cada hogar egipcio y regocijándose por el ahogamiento de los egipcios en el Mar Rojo? ¿Cómo pueden los Salmos ser la “Palabra de Dios” cuando le llaman felices a aquellos que estrellan las cabezas de los hijos de sus enemigos contra las piedras? Si esto es “Palabra de Dios” entonces, o Jesús está equivocado cuando nos invita a amar a nuestros enemigos o Dios está terriblemente confundido.

Veamos ahora un poco al Nuevo Testamento. Ni uno de los evangelios, por ejemplo, fue el trabajo de un testigo ocular. Todo están basados en lo transmitido de boca en boca. Todo lo que nosotros pretendemos conocer acerca de Jesús fue transmitido oralmente a través de un período de 40-70 años antes de que se iniciara el proceso de escribir los evangelios. Marcos, el primer evangelista, es la base para Mateo y Lucas, cada uno de los cuales, podemos hoy demostrarlo, editó, corrigió, añadió, quitó y en algunos pasajes, contradijo a Marcos. Uno no corrige la “Palabra de Dios”. Uno sí corrige las palabras de Marcos. Mateo y Lucas hicieron eso libremente.

Los autores de los evangelios, inclusive no citaron, probablemente en forma deliverada, sus fuentes del Antiguo Testamento a fin de lograr sus propias intenciones. Ellos asumieron cosas que hombres y mujeres modernos y preparados, nunca hubieran podido asumir, como la idea de que la enfermedad mental y la epilepsia son causadas por posesión diabólica, que el barro hecho con saliva puede darle la vista a un ciego de nacimiento, que la menstruación hace a una mujer impura o que el camino para regresar a Dios es el elevarse hacia el firmamento. Esta “ascensión” no lleva a alguien al cielo sino lo introduce en una órbita. Si los evangelios son la “Palabra de Dios”, entonces Dios se nos presenta como muy mal informado acerca de la naturaleza del mundo.

¿Son las cartas de Pablo la “Palabra de Dios”? ¡Claro que no! Son las palabras de Pablo, un hombre del primer siglo, brillante, lleno de Dios, pero que también era limitado, testarudo y con prejuicios culturales. Cuando tratamos de justificar el que Pablo tratara a las mujeres como menos que humanas, el que afirmara la necesidad de éstas se cubrieran la cabeza en público o que afirmara que los homosexuales eran los castigados por Dios por no ofrecer un culto adecuado, seguramente no deseamos culpar a Dios por esos prejuicios culturales del primer siglo, que son, creemos, fruto de la ignorancia humana.

Cuando el Nuevo Testamento o predice o describe el fin del mundo, no hay razón para creer que esas cosas son más correctas porque están en la Biblia que lo que han sido cuando son declaradas por una serie de gente fuera de la realidad o locos rematados, a través de la historia.

El llamar a las palabras de un determinado texto palabras dictadas por Dios, revela que uno está asumiendo que la creación es reciente y que la vida humana es la coronación de dicha creación. Dios difícilmente podría dictar su divina palabra a seres humanos mientras que ellos no desarrollaran la habilidad de escribir. Escribir vino a ser una habilidad humana en algún tiempo entre los 20 000 o los 25 000 años atrás. Si partimos de que la vida humana ha estado en este planeta entre 100 000 y 2 000 000 años, dependiendo de cómo definimos la vida humana, nos vemos forzados a concluir que Dios no nos habló hasta muy tarde ya en nuestra historia. Inclusive después de que la escritura fuera una habilidad humana, la “Palabra” de Dios en la Biblia todavía tuvo un desarrollo bastante tardío, ya que el dato de la escritura de la Biblia aparece en la historia no más temprano que en el 1000 Antes de Cristo y no después del 135 después de Cristo. Los fundamentalistas nunca piensan en estas cosas. Probablemente es que Dios no supo por siglos lo que quería decir al mundo.

El hecho es que el investir santidad en palabras escritas de un texto sagrado, se inició solo después que la nación y el templo de los judíos fueron ambos destruidos por los babilonios en los primeros años del siglo VI antes de Cristo. Los que hicieron esto eran personas que fueron posteriormente exiliadas de su tierra de origen, de sus lugares sagrados y de todas las cosas que les había sido enseñado que debían venerar como símbolos de la presencia de Dios. En respuesta a esa crisis, ellos empezaron a cubrir entre ellos su necesidad de certezas y de un símbolo visible de la presencia de Dios, alrededor de sus textos sagrados.

Cuando los judíos oían sus Escrituras leídas en el culto público, que era el único lugar en el cual las podían oír, poco a poco fueron invistiendo esas palabras con un nuevo sentido de santidad. Ellos reclamaban el que el Dios de sus antecesores era de ellos y lo encontraron nuevamente al identificar a Dios con el recitar sus sagradas escrituras cada sábado. En este tiempo, las sinagogas locales empezaron a tomar el lugar del templo de Jerusalén en la afectividad de la gente. El rabino, que era primeramente un maestro, sustituyó al sacerdote del templo en su lugar de mediador de la palabra de Dios. El tabernáculo en el cual se guardaban los rollos conteniendo las palabras de la escritura , sustituyó al Santo de los Santos donde Dios, supuestamente, alguna vez moró.

Con gran reverencia, el rollo sagrado de la “Palabra de Dios” era movido cada sábado del tabernáculo para ser leído a los creyentes en un culto comunitario. Así fue como ellos llegaron a creer que Dios estaba presente con ellos en su “Palabra”. Lentamente, pero seguramente, a través de los años las palabras de la Escritura vinieron a ser entendidas como las palabras de Dios, la última autoridad, imposible de ser objetadas.

Así fue como la Escritura, en un momento dado, ya no sólo reflejaba la santidad de Dios, sino que vino a ser identificada con la palabra de Dios en sí misma. La idolatría

del libro de la Biblia había entrado en la religión judeo-cristiana, y estaba destinada a crecer hasta que los fundamentalistas, católicos y protestantes, elevaron las palabras de la escritura, ahora conteniendo no uno sino dos testamento, a nuevos niveles de santidad y de autoridad, haciendo afirmaciones que solo la histeria y no la razón, pudieron hacer, y como resultado, sembrando dolor y terror en muchos a través de la historia.

La Biblia no es, repetimos, la “Palabra de Dios” en ningún sentido literal. El dar a la palabra escrita en la Biblia un significado literal es lo que ha creado este fenómeno religioso llamado “FUNDAMENTALISMO” y que la Sagrada Congregación Bíblica nos pone en guardia acerca del peligro que encierra. La Palabra de Dios es palabra de los hombres que han tenido una experiencia de Dios y que tratan de explicarla, pero las explicaciones humanas tienen su origen en la cultura de cada época de la historia, por lo que son pasajeras y limitadas. En cambio la experiencia de Dios siempre será un acontecimiento que trasciende hasta la eternidad y que puede cambiarnos la vida aunque nunca logremos explicarlo exhastivamente.

Lo que comunicamos son nuestras experiencias no una verdad absoluta. Es necesario repetirnos una o dos veces al día esto. El absolutizar lo que es relativo puede destruirnos y desubicarnos de la esencia de la fe. Dios siempre será más que la Biblia, que es una creación humana. Adorar a la Biblia, darle el mismo lugar que Dios tiene, es hacerla un ídolo y matar a un ídolo a cuyo servicio has dedicado tu vida en forma esclavizada y con miedo, nunca es fácil.

La verdadera tragedia, sin embargo, es que ser esclavo de cualquier ídolo, aún si el ídolo es la Biblia, hace imposible, como lo revela la historia, el ser plenamente humano para que pueda manifestarse la vida divina entre nosotros, y esa es claramente, la meta final del Cristianismo.

RESUMEN:

Hay partes de la Biblia que reflejan odios tribales y que nos presentan a un Dios juez implacable y vengativo. La Biblia no puede ser un buen libro de Moral. También existen en la Biblia una serie de inconsistencias y afirmaciones que las ciencias hoy demuestran ser a lo más una metáfora. Sin embargo, este hecho no significa que el mensaje central de la Biblia esté equivocado o que sea irrelevante.

LA BIBLIA DEFINE A DIOS COMO AMOR EN EL LIBRO DE OSEAS


LA BIBLIA DEFINE A DIOS COMO JUSTICIA EN EL LIBRO DE AMOS


LA BIBLIA AFIRMA QUE EL CULTO NO ES LO QUE DIOS MÁS DESEA, SINO QUE EJERZAMOS LA JUSTICIA, QUE AMEMOS LA MISERICORDIA Y QUE CAMINEHUMOS HUMILDEMENTE CON DIOS. ESTE ES EL MENSAJE DEL PROFETA MIQUEAS.


LA BIBLIA EXTIENDE UNA DIVINIDAD DEL PASADO LIMITADO DE UN PUEBLO QUE CONSIDERABA QUE ERA SU PROPIEDAD ÚNICAMENTE, A UNA PRESENCIA UNIVERSAL, ACTUANTE EN TODO MOMENTO, EN EL LIBRO DE MALAQUÍAS.


LA BIBLIA NOS MANDA ELEVARNOS A SIEMPRE NUEVOS NIVELES DE HUMANIDAD A TRAVÉS DE LAS EXHORTACIONES DE JESÚS COMO POR EJEMPLO EL AMAR A NUESTROS ENEMIGOS Y DE BENDECIR A AQUELLOS QUE NOS PERSIGUEN, EL PERDONAR SIEMPRE, EL SER MISERICORDIOSOS, EL NO JUZGAR, EL AMAR POR ENCIMA DE TODO.


CONOCER ESTUDIAR LA BIBLIA, LEERLA DIARIAMENTE O AL MENOS UNA VEZ A LA SEMANA Y COMENTARLA COMUNITARIAMENTE, ES UN TESORO DEL QUE PODEMOS SACAR MUCHAS FUERZAS PARA VIVIR SANA Y FELIZMENTE, DESCUBRIR EL MÁS ALTO SENTIDO DE VIDA Y MANTENER LA PAZ Y LA ARMONÍA INTERNA.


PODEMOS AFIRMAR QUE LA BIBLIA ES BÁSICAMENTE DIGNA DE ADMIRARSE Y CELEBRARSE POR LO SIGUIENTE:


1. LA BIBLIA AFIRMA QUE MI VIDA ES SANTA Y QUE TODOS LOS HOMBRES FUIMOS CREADOS A IMAGEN Y SEMEJANZA DE DIOS


2. LA BIBLIA PROCLAMA QUE SOY AMADO POR DIOS NO IMPORTA LO QUE QUE HAGA O LO QUE SOY


3. LA BIBLIA ME INVITA A SER TODO LO QUE PUEDO SER.


DE LA BIBLIA EXTRAEMOS A UN DIOS TRINITARIO, RELACIONAL, A QUIEN RECONOCEMOS COMO PADRE, (CREADOR); COMO HIJO (QUE SE NOS ENTREGA TOTALMENTE EN AMOR Y SERVICIO A TRAVÉS DE SU VIDA) Y COMO ESPÍRITU SANTO, (DADOR DE LA VERDADERA VIDA).

No adoramos la Biblia, no la reconocemos como la Palabra inequívoca de Dios. La Exégesis moderna nos demuestra que esto está muy lejos de ser real. Aceptamos la Biblia por lo que es, la crónica de una historia de fe que crece conforme la humanidad camina en el tiempo, buscando entender su experiencia de Dios.

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