martes, 22 de febrero de 2011

UNA EXPERIENCIA PERSONAL RELACIONADA CON EL CAPÍTULO 10

"EL CRISTIANO NO HACE EL DIÁLOGO, ES EL DIÁLOGO EL QUE HACE AL CRISTIANO". (Paulo VI)

APORTACIÓN DE ANA LAURA JIMÉNEZ CODINACH


12-Diciembre-2010

UNA EXPERIENCIA PERSONAL

Soy mexicana, en mi familia aprendí desde chica a honrar y a amar a nuestra Madre de Guadalupe, mi hermana menor nació el 12 de diciembre y fue para mis papás un mensaje de predilección por lo que le pusieron por nombre Guadalupe. Mi papá fundó un colegio en la frontera norte con Estados Unidos con el nombre nahuatl de Juan Diego, Cuauhtlatohuac. Hoy mi hermana es Doctora en Historia y yo soy teóloga, ella y yo amamos a nuestra Madre, creemos en el “milagro guadalupano” entendido como el hecho de que como mexicanos sigamos recurriendo a María en los diversos momentos de nuestra vida a pesar de las influencias de diversas sectas que provienen de Estados Unidos que no creen en ella, a pesar de las grandes injusticias que se han promovido por nuestro gobierno y las clases dominantes, a pesar de nuestra falta de testimonio como cristianos, a pesar de una iglesia que no siempre ha comprendido los sufrimientos especialmente de las familias y que no les ha reconocido su derecho a crecer adultamente en su fe, pero no creemos ni en las apariciones ni en Juan Diego, más bien creemos que unas y otro son un símbolo. Juan Diego lo vemos como el símbolo creado no por el pueblo indígena - muchos de ellos no se identifican con él- sino por quien le interesa crear un perfil del creyente sencillo, sufrido, sin conciencia crítica, manipulable, sumiso totalmente a una jerarquía que con frecuencia no le da su lugar a la mujer, a la esposa, a la madre, pero sí pretende que se puede sustituir el rol único de una madre humana con la maternidad de María que responde a otra dimensión.

Por otra parte, es importante considerar que lo que celebramos los mexicanos oficialmente, es decir, las apariciones de María al indio Juan Diego, no pasa el rigor histórico. Una tradición piadosa, un relato literario no es prueba de existencia histórica. Un personaje literario no tiene existencia física. Los historiadores sabemos que el relato guadalupano es una MARIOFANIA como hay muchísimas en la historia de la Iglesia. Sólo en España hay unas 22 000 mariofanías, es decir, relatos sobre alguna devoción mariana, por ejemplo la de la Virgen del Pilar, Montserrat, la Macarena, etc. Casi todas se refieren a un hecho milagroso: la Virgen de Guadalupe de Extremadura, España, fue rescatadas por un campesino Juan, que oyó música, vio luces y colores en el campo donde la Virgen estaba enterrada, según la tradición, la imagen de madera fue tallada por San Lucas.

Todos los pueblos buscamos tener una identidad que nos distinga de otros. Y qué mejor que ser “pueblo elegido” como Israel de Cristo o México de la Santísima Virgen.

El relato de las “apariciones guadalupanas” más antiguo NO es del siglo XVI. Hoy se sabe que es del siglo XVII. Es el NICAN MOPOHUA (l649) escrito en un “nahuatl eclesiástico” que aún no existía en l531. Hay una serie de cuestiones alrededor de esta tradición que presentan problemas que la crítica interna y el rigor histórico plantean.

NO SE NIEGA LA EXISTENCIA DEL CULTO GUADALUPANO, DE LA FE DE TODO UN PUEBLO, AL CONTRARIO, ALLI ESTA EL MILAGRO. Pero no hay que confundir el amor a Nuestra Señora de Guadalupe con la existencia física de un vidente. Las apariciones de la Virgen, de Cristo o de algún santo, NO SON DOGMAS DE FE. Canonizar equivocadamente a un personaje literario no es dogma, por lo tanto, no está en cuestión la infalibilidad del Papa.

Yo sugeriría que hiciéramos hincapié en EL AMOR DE LOS MEXICANOS PR LA SANTISIMA VIRGEN, EN LO HERMOSO Y PROFUNDO DEL RELATO GUADALUPANO, EN EL MENSAJE DE AMOR QUE EXPRESA, pero que no insistamos, sin prueba auténtica, en la necesidad de apariciones, de una tilma milagrosa pintada por ángeles o por Dios (que no lo es pues tiene varios defectos y ha sido repintada o borrada en partes) y en un vidente físico.

JUAN DIEGO ES UN SIMBOLO EN EL RELATO GUADALUPANO DE UN PUEBLO QUE ACEPTA A MARIA COMO SU MADRE.

En México urge un proceso evangelizador acorde con la modernidad, creo que todos los beneficios que puede traer a la Iglesia el que se le de su lugar, por lo menos en alguna forma, a los indígenas, NO JUSTIFICA el que se declare que es históricamente cierto algo que NO es, o por lo menos que no existen pruebas para decir que es. A los historiadores les corresponde decirnos, para eso están preparados, (entre éstos hay también sacerdotes connotados) si ese acontecimiento fue histórico y muchos de ellos nos dicen que no hay pruebas que lo confirmen, que están de acuerdo en que Juan Diego ha sido un símbolo y que ha habido ciertamente un MILAGRO GUADALUPANO.

De acuerdo con el magisterio de la Iglesia, para que pueda considerarse un hecho como milagro debe ser un acontecimiento exterior, que lo puedan captar los sentidos, que sea histórico, y que quien o quienes lo realizan sean personas históricas, ES DECIR, QUE SE PUEDA PROBAR SU EXISTENCIA HISTORICAMENTE. También es requisito el que a pesar de la existencia histórica de los protagonistas, el hecho no se pueda refutar ni probar por las ciencias humanas, es decir, y que a la vez no constituya un rompimiento de las leyes establecidas por Dios para la existencia del universo, lo cual sería una incongruencia para una persona de fe. Finalmente es un requisito esencial que el contenido del hecho tenga relación directa con el Mensaje Cristiano, que tenga relación con el amor que Dios nos tiene y con su mensaje de salvación.

Esto significa que sí hay milagros pero éstos no son los que generalmente hemos creído que son milagros. Los milagros son muy raros y sin embargo vivimos a diario muchos milagros. EL MENSAJE CRISTIANO, LA COMUNIDAD DE FE y LAS CONDUCTAS QUE SE REALIZAN POR AMOR son verdaderos milagros: se registran en la historia, tienen que ver con el mensaje salvífico que Dios nos envía y no se pueden probar ni refutar por las ciencias humanas, obviamente tampoco constituyen una violación a las leyes del universo.

EL MILAGRO GUADALUPANO, COMO LA GENERACION DE TODA UNA COMUNIDAD DE FE alrededor de la PALABRA DE DIOS CONTENIDA EN EL MENSAJE CRISTIANO EN EL QUE SE ENMARCA EL MENSAJE DE MARIA, sí es manifiesto y registrado en la realidad sensible, lo constituyen todas las conductas de nuestro pueblo creyente alrededor de la devoción a la Sma. Virgen, en su advocación de Guadalupe, y no se pueden explicar ni refutar por las ciencias humanas, tampoco constituye una violación a las leyes del universo.

El MILAGRO GUADALUPANO PUES, CAE DENTRO DE LA CATEGORIA DE MILAGROS QUE LA TEOLOGIA FUNDAMENTAL RECONOCE. Pero la existencia del indio Juan Diego si se le quiere considerar vidente y protagonista de un hecho milagroso, DEBE PRIMERO PODERSE PROBAR.

La existencia histórica de un vidente se debe probar pero las apariciones NUNCA SE PODRAN PROBAR pues son eventos espirituales que no se registran en la historia, aún en el caso de considerarse reales. LA IGLESIA NUNCA HA CONSIDERADO LAS APARICIONES COMO DOGMA DE FE, POR LO TANTO QUIEN NO LAS CREE NO PODRA POR TAL MOTIVO SENTIRSE FUERA DE LA FE DE LA IGLESIA.

Lo que considero más delicado del hecho de seguir enfatizando el fundamento histórico de toda la tradición guadalupana, es que tales afirmaciones van directamente contra la credibilidad de los decretos que ha hecho la Iglesia en nombre de la fe. La fe no se prueba sino por la fe misma, pero en el caso de los milagros la fe se subordina a la prueba histórica de la existencia de quienes los realizaron. Nuestra fe adulta exige que se respete a las ciencias humanas en aquello que corresponde a ellas y exige también que la iglesia nos informe la verdad.

Es más, el hecho mismo de la exigencia de los milagros para poder considerar a una persona santa nos parece algo innecesario sino es que absurdo, ya que la razón de ser de elevar a una persona a los altares es que pueda ser un modelo de vida, que sus virtudes se puedan imitar y no que haya roto las leyes de la naturaleza actuando en forma extraordinaria como es el hecho del “milagro” adjudicado a Juan Diego como último requisito. Tener fe es precisamente creer lo que no vemos, cuando la fe necesita de ver es que NO ES FE. Así que a pesar de los beneficios sociales que pueda traer esta canonización, lo que se perjudica es la base del mensaje cristiano y la fidelidad de la Iglesia como institución a aquello que ella misma ha dicho que constituye el milagro.

Por otro lado, el apoyo social que necesitan los indígenas por parte de la Iglesia es principalmente el que les podemos dar a los indígenas vivos, respetándoles su dignidad como mexicanos y como cristianos y promoviendo su crecimiento.

Yo creo que la forma en que la Iglesia oficial celebra la fiesta de Sta. María de Guadalupe nos afecta a todos como cristianos, como católicos mexicanos, y posiblemente más a los que son historiadores creyentes o a los que somos teólogos y hemos tomado en serio eso de que la teología tiene hoy más que nunca la tarea de purificar la fe, es decir, ir descubriendo lo que realmente es motivo de fe y lo que no lo es.

Como símbolo, como metáfora, como mito, (que no significa que sea mentira) el relato guadalupano puede ser algo y de hecho lo ha sido, providencial para un pueblo al que le faltaba tener algo de qué sentirse orgulloso, pero lo que no estoy de acuerdo, y conmigo muchos estudiosos de la teología, es que la iglesia con su autoridad que ante el pueblo es infalible, diga QUE ES lo que no le corresponde a ella probar y que aquellos a los que sí les corresponde, digan que NO ES o por lo menos que no tienen las pruebas suficientes para decir que es.

Creo también que hoy es urgente rescatar la figura de la María, Madre de Dios y Madre nuestra, rescatarla en nuestra vida diaria, con una fe adulta, verla como alguien que a la cabeza de todos, supo aprovechar lo que Jesús ha hecho por todos nosotros e imitarla y amarla como alguien muy cercano a nosotros, digna de tomarse en cuenta en nuestras diarias decisiones por sus ACTITUDES DE VIDA hoy tan requeridas: su fe, su valentía, su disponibilidad a la voluntad de Dios, su libertad, su actitud de servicio, su búsqueda y su cuestionamiento que no se opusieron a su fe, en fin, muchísimas cosas…

Pero no decir de ella lo que ella no dijo, aunque sea muy bonito y nos suene muy confortador, lo que ella ha hecho en México lo ha hecho en muchas otras partes, para todos indígenas o españoles, pobres o ricos, morenos o blancos. Ella es nuestra Madre y está interesada en hacernos sentir su amor precisamente cuando sufrimos, cuando nos sentimos solos y no tomados en cuenta, cuando otros nos quieren dominar, ella quiere que descubramos el amor que su Hijo nos tiene, por supuesto que sí, pero precisamente lo quiere hacer a través de nosotros, como destinatarios pero también como instrumentos o mensajeros.

A mí, por lo pronto, me gusta pensar como Theilard de Chardin: creo, no por los milagros, sino a pesar de ellos…

Cuernavaca, Morelos, diciembre 12 de 2010.

No hay comentarios:

Publicar un comentario