miércoles, 24 de febrero de 2010

APORTACIÓN DE ALMA PATRICIA JIMÉNEZ DE ROJÍ

"EL CRISTIANO NO HACE EL DIÁLOGO, ES EL DIÁLOGO EL QUE HACE AL CRISTIANO". (Paulo VI)

De: Alma Patricia Jiménez C.

Sobre el capítulo 1 “Hablar sin darse a entender”.

En cuanto a mi opinión sobre el lenguaje que utiliza la iglesia católica, quiero referirme específicamente a los ritos sacramentales, como a lo relacionado con la misa.
Divido en la misa las oraciones de las lecturas, pues con las lecturas, teniendo un sacerdote preparado es muy fácil entender lo que pueden decir hoy en nuestras vidas.
Pero en el caso de las oraciones, tengo muchas dudas, empezando por el acto de contrición, en donde repito tres veces “por mi culpa”, esta frase me incomoda, pues siento como si su propósito fuera humillarme y me provoca salir corriendo.
Sigo con el “Gloria”, que no entiendo porque se dice gloria a Dios en el cielo, se me haría mas lógico decir gloria a Dios en la tierra, quizá es que no entiendo cual es su significado.
El grupo de oraciones que acompañan al prefacio, aunque cambian para cada oración me parecen tan ajenas.
Las únicas que no cuestiono son las palabras de la consagración que repiten lo dicho por Jesús en la última cena, aunque no entiendo esa nueva modalidad de “por algunos “en vez de el anterior “por nosotros”.
También a la hora de comulgar que decimos “yo no soy digno…” aún tomando en cuenta el pasaje del centurión romano; vuelve a ser incomodo el hecho de sentirme merecedor o no, cuando Dios me ama y sus regalos, gratuitos, no esperan que me los merezca sino que que los acepte y disfrute.
La misa es una invitación a conocerlo y disfrutar de su presencia,como un amigo querido que quiero convivir con él, y al llegar al banquete sus representantes me repiten en diferentes frases, que no soy digno, que solo unos y que soy culpable; se me quita el entuciasmo.
Algo semejante me sucede con el Bautismo, en donde lejos de exaltar la dicha de tener un nuevo hermano y las gracias que recibimos sus familiares y amigos; la mayor parte del rito es sobre el demonio, sus tentaciones y el pecado original (que no se de donde llegó) , para después repetir una serie de promesas que no tienen trascendencia en mi vida diaria.
Creo que nuestros ritos sacramentales siguen siendo más orientados a amenazarnos o asustarnos con castigos que a mostrarnos el amor incondicional de Dios Padre, que nos espera con los brazos abiertos.
Creo que al hablar de envoltorio y contenido, tendria que pensar en cual es la intencion de estas oraciones en cada rito, pues si su intencion sigue siendo el de provocar miedo al castigo, si están fuera de época, pues ya no respondo por amenazas, sino por convencimiento.
Las oraciones están hechas de palabras humanas con intención sublimizar que debiera llevarnos a Jesús , su experiencia del Padre, su forma de relacionarse con el prójimo, con la intención de liberarnos de falsas cadenas y no con intención de mantener un grupo de personas obedientes y sin preguntas, faciles de manejar.
Cuando leo que las palabras de la iglesia parecen idioma extranjero, pienso que si lo son, porque utilizo palabras como: hozana, aleluya, amén, que aunque tenga siglos su uso, el significado no es del todo comprensible.
No pienso en la jerarquía de la iglesia como un puesto político que requiera de democracia, porque creo en las decisiones tomadas a la luz del Espiritu; pero si creo en la base de esa jerarquía, que es el servicio, como Mc. 9 33-37 donde se habla de quien es más importante si Pedro o Juan, que Jesús aclara “si alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos y servidor de todos”. Y deduce que en realidad los apostoles no han comprendido el mensaje; pues hoy en día 2000 años después , seguimos sin comprender.
Como aquel cuento del dedo apuntando a la luna, que ves el dedo; que menciona Anthony de Mello.
Y en el caso de México y sus políticos, cualquier parecido es mera coincidencia.
Saludos Alma.

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