martes, 3 de mayo de 2011

APORTACIÓN DE ELISA ZEEAVERT AL CAPÍTULO 13

"EL CRISTIANO NO HACE EL DIÁLOGO, ES EL DIÁLOGO EL QUE HACE AL CRISTIANO". (Paulo VI)


EL MUNDO DE LOS SIGNOS



La vida del ser humano siempre ha estado rodeada de signos y de símbolos, por medio de los cuales manifiesta el hombre su mundo interior. Expresar nuestro amor es más fácil, si se acompaña de una rosa roja, una carta.

Es por ello, que nos hemos arraigado a ritos que muchas veces han perdido su verdadero significado.



Sacramento de acuerdo al diccionario,”Acto de la Iglesia Católica por el cual se santifica o recibe la gracia divina una persona.”

Es la Iglesia Católica la única “autorizada” para otorgar la gracia divina?

Y si en este Sacramento sólo queda el Acto, sin que la persona realmente participe de una manera vivencial, conectándose con su ser profundo, que queda de ese Sacramento, sólo un rito, frío y distante, sin ningún significado.



El camino de la Fe se enriqueció con ritos, con celebraciones que manifestaran y fortalecieran el camino del cristiano. Las primeras comunidades, enriquecían su Fe, recordando a Jesús y su mensaje, y se vivían con todo su expresión uniendo la Fe con su vida-

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Sin embargo en pleno siglo XXI, las costumbres, los ritos y las tradiciones de las comunidades religiosas se han mantenido en sus formas y han dejado de ser congruentes con la expresión auténtica del cristiano, y por ello, tantas generaciones jóvenes, ven en estas celebraciones la oportunidad para convivir con la familia y amigos, que también tiene su riqueza, pero deja a un lado el verdadero significado del rito, la falta de una verdadera interioridad muy distante del mensaje de Jesús donde es Dios, en su Infinita Bondad y Misericordia nos permite la participación en su Vida Divina, y nos llena de Su Plenitud.





Cada domingo cuando asisto a misa, voy entendiendo el significado profundo de la oración comunitaria, del rito de la paz, de recibir la Eucarístía, con el recuerdo de Jesús compartiendo el pan con sus discípulos, todos esos momentos que nos hacen sentirnos unidos por una misma Fe en Jesucristo. Pero pienso también como se podría enriquecer esta celebración si todos participáramos en forma más activa, dejándonos llevar por el Espíritu Santo que nos une y EL y sólo El es quien nos llena de su gracia.



Mi vida está rodeada de signos de la Presencia de Dios, el amanecer es rito de silencio, de esplendor de belleza, viendo en la playa a las personas que meditan y profundizan en este Regalo de Dios, es un Sacramento de la Vida, de Amor, al ver a dos parejas que han permanecido unidos tomados de la mano, en los momentos felices y difíciles de su caminar. Dios está aquí en la alegría y en los cantos de los niños..no cabe duda, que todo nuestro mundo, el Cosmos, es un Signo del Amor de Dios.

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