lunes, 23 de mayo de 2011

APORTACIÓN DE MA. DE LOURDES JIMÉNEZ AL CAPÍTULO 14, la. PARTE: BAUTISMO Y CONFIRMACIÓN

"EL CRISTIANO NO HACE EL DIÁLOGO, ES EL DIÁLOGO EL QUE HACE AL CRISTIANO". (Paulo VI)

De: Lourdes Jimenez [ljimenezcodinach@gmail.com]


CAPÍTULO 14 DEL LIBRO DEL PADRE LENAERS, la. PARTE: BAUTISMO Y CONFIRMACIÓN.
Comentarios de Ma. de Lourdes Jimenez Codinach al Capitulo XIV, Los Cinco llamados rituales de Tránsito, del libro del P. Leaners, Otro Cristianismo es Posible.

Este capitulo para mi es facil de seguir y abrazar en su integridad, una vez aceptado y asimilado todo lo dispuesto en el Capitulo XIII anterior, donde vimos como es que se ha distorsionado el verdadero sentido del sacramento, como signo o simbolo que profundiza nuestra relación existencial con Jesus, y no como aquello sin lo cual, no se habilita ni permite abrir las compuertas de la gracia y de la salvación que da practicar el rito y el sacramento, en el momento y forma especialmente indicada y ejecutada, es decir hacer del sacramento y del rito algo indispensable para alcanzar la gracia, y no una forma de profundizar y vivir más plena esa gracia y don que es el amor de Jesucristo a nosotros.



Entonces si aceptamos que el sacramento como rito y signo sensible es útil y conveniente pero no indispensable, pues el amor ya está dado, toda la doctrina sobre los sacramentos que quizas aprendimos, estudiamos y ejecutamos, cobra un nuevo giro, de plenitud y compenetración con Jesucristo y, por su conducto, con el Dios que el nos revela, y no como mera llave indispensable para llegar al Padre.



Bajo este esquema, el Bautizo practicado desde el nacimiento del bebé, no es para liberarlo de un pecado original inexistente, sino para manifestar el deseo de los padres de que ese niño forme parte de la comunidad eclesial a la que este ingresa y de la que ahora es parte para que en conjunto se camine al Padre Celestial. El sacramento de la confirmación, ahora tan olvidado y despreciado por inútil, cobra así mayor importancia y valor al ser ejecutado, cuando la persona ya más grande ratifica concientemente y por su propia voluntad su deseo de ser parte de esa comunidad religiosa pues sin duda el caminar de muchos, es más llevadero y placentero, que el caminar en la soledad, pero ello no significa que al no realizarse esa confirmación, la persona quede excluida de la Iglesia, y por tanto, de la gracia y la salvación de Dios, pues estos son dones que ya le han sido dados y adelantados por Dios en su amor y misericordia plena.



La unción de los enfermos, el sacerdocio y el matrimonio,por su parte, tambien cobran un sentido mas personal y reiterativo del deseo de entregarse en brazos de Cristo, tanto ante una perdida de salud que nos pueda llevar a la muerte, a la que por naturaleza tememos pues nos es desconocida, aunque por fe sepamos que es el transito necesario a un vida nueva plena y gloriosa que no se acaba, como también significar y hacer patente el deseo de representar y abrazar un estado o compromiso de fidelidad con Dios, y con El, para el bien del prójimo como lo es el sacerdocio, o con la pareja que se ama y a través de la cual y con la cual se quiere emprender una vida en común que nos lleve juntos al encuentro con Dios, pidiendo e invocando que en ese camino u opción de vida, la gracia de Dios se nos haga presente y suficiente para cumplir nuestra misión en la vida y llegar finalmente a Dios.



Una concepción mas vivencial y personal de los sacramentos como formas de acercarse y compenetrarse con Jesus, y por el, con el Dios que el encarna y que nos ama, nos permite dimensionar mejor lo verdaderamente importante del sacramento, alimento que nosotros conscientemente buscamos para sentir viva su presencia y su amor en nosotros, ese amor que nos toca y nos transforma para ser mejores seres humanos, para ser inclusivos, comprensivos y considerados con el prójimo, para entender la debilidad humana y superarla en comunidad, para entender que la vida es un don y como tal hay que vivirla en justicia y amor fraternal por el otro, que entender y perdonar la debilidad humana, nos hace mas cristianos y constructores del Reino de Dios. Bajo este marco, y no el mas formal y estricto de la tradición, aspectos como el celibato y el ejercicio del ministerio sacerdotal por hombres como mujeres, el matrimonio y el divorcio, el control natal, la eutanasia o las preferencias sexuales entre personas del mismo genero, serán vistas con más flexibilidad y detonantes de ajustes y modificaciones a la doctrina cristiana acorde a los aires de los tiempos de la epoca en que vivimos.

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