lunes, 8 de marzo de 2010

HABLAR SIN DARSE A ENTENDER

"EL CRISTIANO NO HACE EL DIÁLOGO, ES EL DIÁLOGO EL QUE HACE AL CRISTIANO". (Paulo VI)


Anteriormente no había expresado mi opinión sobre los primeros cuestionamientos planteados, así que voy a incluirlos en este mismo espacio.

Antes de leer este libro estaba consciente de que mucho de lo que aprenderé moverá muchas ideas que yo he considerado "verídicas" e "inmutables". Desde luego no tengo temor en conocerlas ya que creo que el verdadero temor está en la ignorancia. Desde luego considero que el lenguaje que ha utilizado la iglesia hasta el momento debe cambiar, al igual que sus contenidos ya que encuentro que la mayoría de los seguidores no logran comprender lo que dicen y hacen de manera consciente. Así mismo, la iglesia nos ha exhortado a seguir creencias que se han quedado en el pasado y que considero ya no son tan válidas para los seres humanos pensantes de hoy como: la excomunión a los divorciados, la confesión para el perdón de los pecados, el celibato para los sacerdotes, etc. Para mí el corte entre lo nuevo y lo caduco debería situarse en el momento en que las personas comenzaron a dejar de entender el por qué de muchos argumentos.

Por supuesto que considero que el lenguaje que utiliza actualmente la iglesia está más que caduco, aún cuando ya se han hecho varios cambios para tratar de hacerlo más cercano. En este mundo todo tiene una evolución natural y considero como seres humanos debemos tener la habilidad para adaptarnos adecuadamente a los cambios para lograr nuestros propósitos. La iglesia no sólo no ha evolucionado en el lenguaje, también se está quedando atrás en todos los demás aspectos que abarca. Leaners dice que el lenguaje también incluye todas las formas de comunicación no verbal y vemos que éstas también se encuentran muy rezagadas en la Iglesia (cantos, insignias, vestimentas, por mencionar sólo algunas). Desde luego considero que un verdadero cambio debe realizarse desde el fondo, no sólo en su parte superficial. Y claro que también esta evolución debe realizarse también en los dogmas pues los seres humanos modernos buscamos coherencia e inspiración en quienes buscan orientarnos y actualmente la Iglesia no está logrando tener esa respuesta por negarse a aceptar que los cambios son absolutamente necesarios y se pueden dar conservando los valores universales que como seres humanos compartimos.

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