miércoles, 17 de marzo de 2010

Comentarios y Reflexiones

Me parece que es irrelevante hablar del lenguaje que usa la iglesia cuando el lenguaje que usamos como seres humanos es el que está deficiente. Queremos que la iglesia cambie cuando nosotros como individuos no somos capaces de expresar mucho de lo que sentimos y mucho menos de recibir a las otras personas. La falla está en el lenguaje… Pero anteriormente, está en la intencionalidad. Nos creemos individuos aislados y por ello, usamos el lenguaje para imponer… Ya lo decía Foucault, queremos legitimizar lo que consideramos válido o correcto pero no basados en una búsqueda de la verdad, sino en una búsqueda de poder. Me parece que antes que ver si se le entiende a la jerarquía católica, tendríamos que ver si verdaderamente podemos establecer diálogos con algún otro que nos transforme. Más que entender se trata de dejarnos tocar por lo que el otro trata de decirnos, de comunicarnos. Y es en ese breve espacio de apertura, donde podemos llegar a entendernos.

Creo que más que un problema de lenguaje es un tema de humildad. ¿Cómo podemos criticar a una institución humana si como seres humanos cometemos las mismas fallas? ¿Quién está dispuesto a cambiar su forma de ver el mundo al escuchar a alguien más? ¿Quién está dispuesto a ver al secuestrador, al asesino, al narcotraficante, al adicto, etc? Somos buenos para condenar, pero no para entender. ¿Es un tema de lenguaje? ¿De conciencia? ¿Somos capaces de escucharnos como seres humanos? Creo que esa es la cuestión. Basta con que a alguien le den algo de autoridad para que deje de escuchar. Es un fenómeno humano, no un fenómeno eclesiástico.

Respecto al “envoltorio” y “contenido,” yo creo que para empezar ninguno de los dos es fijo ni válido eternamente. Y no por el contexto o por lo que diga, simplemente porque el ser humano cambia naturalmente. Creer en algo fijo me parece que es el error que todos cometemos. Vivimos una vida contingente, accidentada, en la cual no hay certezas. La única certeza es la incertidumbre. Me parece que todos los dogmas han sido un esfuerzo del hombre para tranquilizar la angustia de estar vivo, de elegir, de saber que vamos a morir, de sentir que estamos solos y que nadie puede ver el mundo como lo vemos nosotros. Me parece que es un bello esfuerzo, que además está rodeado de parafernalia y rituales. Sin embargo, la vida se encarga de cuestionarnos lo que creemos, cuando padecemos una enfermedad, cuando perdemos nuestro trabajo, cuando nuestra pareja nos deja, o cuando muere un ser querido. La vida se encarga de abrir nuestros ojos para que nos demos cuenta de que no hay certidumbre, que no hay vida más allá de ésta, que la única dignidad humana está en el hecho de seguir viviendo a pesar de la desgracia.

Ojalá que el libro que estamos leyendo llegue más allá de ser una crítica a ayudarnos a transformar nuestro corazón, pues creo que ahí está el asunto. Yo no tengo ningún problema con la iglesia. Me parece que le resuelve la vida a muchas personas y gracias a Dios que está esa institución que le da respuesta a esas personas. A mí no me resuelve muchas cosas… Y es por eso que aunque me considero católico, prefiero llevar una espiritualidad personal. Pero cada quién elige su camino. Esa es la maravilla del ser humano, que podemos elegir construirnos como queramos cuando queramos. El día que la iglesia no resuelva nada para nadie, ese día terminará de existir esa institución. Mientras tanto, ¡Bendita la iglesia que ayuda a tantos!

No hay comentarios:

Publicar un comentario