lunes, 13 de junio de 2011

APORTACIÓN DE ALMA PATRICIA JIMÉNEZ AL CAPÍTULO 14 3a. parte: CONFIRMACIÓN

"EL CRISTIANO NO HACE EL DIÁLOGO, ES EL DIÁLOGO EL QUE HACE AL CRISTIANO". (Paulo VI)

Unciòn de los enfermos.

Con una idea de que los Sacramentos son creados por Iglesia con forma como los humanos podemos estar consientes y reiterar en todos los momentos de nuestra vida, el amor y compañía de Dios siempre presente en la vida.

La unción de los enfermos es una manera de dar amor a una persona que no solo necesita recuperar la salud física sino la del espíritu.

Sabemos que la salud física y la salud espiritual van de la mano y una afecta a otra y el alivio de una ayuda a aliviar a la otra.

Cuando una persona está enferma o su salud se está deteriorando, e l amor y la atención que recibe de los que están a su alrededor, es un factor muy importante para pasar el trago amargo y puede llevar a la recuperación, y cuando el sufrimiento es superior a nuestras fuerzas es un consuelo saber que Dios me ama y esta acompañándome en mi sufrimiento, con ese amor incondicional que solo Dios puede darnos, sin reclamos, sin juicios, sin intereses ocultos, solo el amor del perfecto Padre que desea lo mejor para su hijo, que me espera con brazos abiertos, aceptando mis disculpas sin exigir represalias, listo para darme todas sus bendiciones, sin importar errores pasados y condición humana, siendo esto la mejor medicina para el alma.

Los símbolos que utiliza este sacramento, ciertamente son recuerdos de un tiempo pasado, pero aún hoy tienen un gran significado, pues es sabido que el aceite lubrica la piel y la imposición de manos es la manera como se trasmite la fuerza de energía y el amor, pero no es el rito sino la fe con la que lo recibo, lo que me hace consiente no solo al enfermo sino a quien está presente transmitiendo el amor de Dios y de su comunidad ,La Iglesia, pues en ese momento lo que me da fuerza es el creer que Dios está presente en mi vida y cuando los esfuerzos humanos no son suficientes o están llenos de miedo lo único que puede sostenernos es el amor de Dios que todo lo puede y está presente para cargarme en sus hombros y curar mis heridas, como El Buen Pastor.

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