DE ALMA PATRICIA JIMÉNEZ DE ROJÍ
COMENTARIOS AL CAPÍTULO 11
¿Creer que Jesús resucitó? ¿O creer en el que vive?
Desde el "creer en alguien" que el autor describe como un proceso dinámico que sube desde nuestras profundidades y supone estar involucrado, e incluye compromiso y adhesión.
Yo entiendo creer en el que vive, como yo veo hoy en día la vida y la muerte.
Lo que me transmiten los Evangelios después de la muerte de Jesús son experiencias de un Jesús vivo que no ha muerto pues está presente en la comunidad de corazones ardientes, que lo reconocen al partir el pan, al estar entre ellos al dejarse ver.
No son mentiras o fantasías, son experiencias, hoy vemos la muerte de nuestros seres queridos muy diferente de como lo veían antes, pero más de uno podríamos describir con palabras como nuestros seres queridos están aún mas cerca de nosotros que en su vida terrenal, pues sentimos su presencia en nuestra vida diaria, su consejo, su amor, y hasta podemos jurar que intervienen en los sucesos diarios de nuestra vida.
Ellos no han cambiado, somos nosotros quienes estamos abiertos a encontrarlos en cada oportunidad que se nos presenta no solo en sueños o añoranza sino creemos escuchar sus palabras en el tendero de la esquina, verlos en la mirada de un niño o hablar con ellos en nuestros momentos difíciles.
Porque encontramos una forma diferente de percibir a este ser querido y al abrirnos a su búsqueda, damos la posibilidad de encontrarlos.
En la Biblia, ¿quién lo ve primero?, lo ve primero quien lo va a buscar y ahí están las mujeres quienes reciben el mensaje "No lo busques entre los muertos, lo encontrarás entre los vivos" Esto es un símbolo o una verdad.
El Dios de la vida, el Dios que salva, el Dios que transforma, está presente "se deja ver" entre los vivos.
Los símbolos encierran más profundidad que las crónicas, porque es un esfuerzo de trasmitir las emociones, experiencias que no caben en palabras.
No vengan a buscarme al sepulcro, búsquenme en el camino, en el trabajo, en la comunidad y reconózcanme al compartir el pan.
Vivan, experiencia de vida eterna, para dar testimonio del gozo de que ni la muerte puede arrebatar la vida, pues Jesús esta presente, El es paz, luz, alegría, esperanza, coraje de vivir un nuevo nacimiento, es gloria a Dios es sinónimo de Resurrección.
Dichosos los que no han visto y sin embargo creen. Creen en El, en el que vive con una fe incluyente que transforma en encuentro y entrega.
Experiencia de Jesús que hace arder mi corazón y recuerda que para llegar a la vida ha debido pasar por la muerte. Cambiando los corazones duros, los ojos que no podían ver por falta de esa apertura a vivir.
El hombre perfecto no puede acabarse con la muerte, nos abre el camino como Hijo Primogénito al Padre, con su entrega y compromiso con su amor incondicional.
¿Quien puede acabar con esta vida que vibra dentro de nuestros corazones? Si Dios esta conmigo nada me falta, dador de vida eterna.
Esta es una resurrección que da gloria a Dios, llena de amor y perfección, que salva de la mediocridad y transforma en plenitud.
Símbolos todos, que encierran una experiencia de ser parte del cuerpo de Cristo, nuestra cabeza, con vida eterna ,sin fronteras ni límites, que nos salva de todo aquello que pueda ser un estorbo para vivir el Reino de los Cielos.
Subir al cielo, porque es llegar al Padre y si nos alimentamos de la fuente de vida, si no nos separamos de El seremos como las ramas del sarmiento capaces de dar fruto y tener vida en abundancia.
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