viernes, 21 de mayo de 2010

Comentarios sobre el capítulo 3

"EL CRISTIANO NO HACE EL DIÁLOGO, ES EL DIÁLOGO EL QUE HACE AL CRISTIANO". (Paulo VI)

REFLEXIONES SOBRE EL CAPÍTULO 3 DEL LIBRO

Me llama fuertemente la atención volver a encontrar la expresión de “Fuera de la Iglesia no hay salvación”, que en algún momento ya había escuchado, y mirarla bajo otra óptica. Me doy cuenta de que no me había tomado la libertad de pensar lo suficiente o de ser crítica en algunos aspectos. Como que la frase “VERDAD DE FE” pesa, y mucho. Es liberador para mí poner algunas cosas sobre la mesa y mirarlas de nuevo, atreviéndome a reflexionar sobre ellas y encontrando mucha fuerza en el planteamiento de Leaners de que a través del tiempo se fueron solidificando tantos mitos que se convirtieron en esas “verdades de fe” que hemos aprendido desde niños, pero que no tienen cabida ya desde el punto de vista teonómico y que no pueden responder a la pregunta planteada por Leaners sobre a qué realidades de esta vida corresponden algunas expresiones, como por ejemplo, el pensamiento de que a un bebé se le “borre” el pecado original por el bautismo. Uno de los grandes problemas de esos mitos, dice Leaners, es que los hemos tomado como ciertos, olvidándose muchas veces el logos o significado que encierran.
La imagen del antes humilde bote de Pedro ahora convertido en un Super Titanic, con una tripulación aferrada a continuar con la misma dirección de siempre, me parece de lo más elocuente. Otro ejemplo ilustrador para mí es la propuesta de imaginar conocer a Jesús hoy, y con qué palabras describiríamos ese encuentro. Seguro que serían muy distintas a las recogidas en el lenguaje bíblico (Cordero de Dios, Rey, etc). En lo personal, hay expresiones en algunas oraciones que nunca me han “gustado” o que me provocan cierto rechazo desde niña, como referirse a la vida como “valle de lágrimas”, o “Agua del costado de Cristo, lávame”, “protégenos del fuego del infierno”. Nunca he podido identificarme con ciertas frases y ahora con Leaners puedo entender mejor este sentir propio y alegrarme de encontrar en él un “traductor” –como él se autodenomina- del mensaje al lenguaje del Siglo XXI, uno con el que podamos hablar y comunicarnos sobre ese “encuentro siempre nuevo y vivo con la realidad divina”.
Ante el derrumbe de los mitos, Leaners habla de la necesidad de hacer un éxodo, similar al que vivió Abraham, con las dificultades que implica soltar muchas de las seguridades que nos cobijan. Habla de recoger algunos de nuestros tesoros más preciosos y despedirnos del resto de nuestras preciadas “posesiones –creencias heredadas”. Esto es muy fuerte, creo yo, pero también considero que vale la pena hacerlo.
Cerca del final del capítulo pone Lenaers algo que me parece resume la intención de este capítulo, y con lo que me quedo: "este libro no pretende pisotear ni aplastar las antiguas enseñanzas, sino por el
contrario, guiar al lector hacia un nuevo encuentro con Dios.
El creyente moderno quiere encontrar la riqueza que yace enterrada
en ese lenguaje mítico, para hacerlo accesible al siglo XXI. Su lenguaje
también va a ser mítico. Como se ha dicho, no se puede hablar
sensatamente del milagro original sino en figuras y por tanto sólo en
mitos. Esto debe darse hoy en las figuras y mitos del XXI, para abrir la
mirada de la gente de este siglo."

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