miércoles, 20 de enero de 2010

APORTACIÓN DE LUIS FELIPE NÚÑEZ URQUIZA

"EL CRISTIANO NO HACE EL DIÁLOGO, ES EL DIÁLOGO EL QUE HACE AL CRISTIANO". (Paulo VI)


A lo largo de toda mi vida he repetido y rezado la oración del Padre Nuestro. Es ni oración favorita. La he rezado y meditado minuciosamente, la he repetido múltiples veces de manera inconsciente, casi como un mantra. Alguna época de mi vida, cuando nadaba diariamente, repasaba el Padre Nuestro una y otra y cien veces más mientras nadaba, una y otra vuelta.
Hace apenas unos días, en una mas de mis reflexiones sobre el Padre Nuestro volví a pensar lo extraordinario que es decirle Papá al Creador del Universo, decírselo con la confianza y el cariño de un hijo que se siente amado. Padre Nuestro…. ese “NUESTRO” me hermana con todos los hombres del mundo… me hace soñar despierto en la idea de considerar a todos mis hermanos, un sueño bonito que me inspira eventualmente sentimientos positivos hacia los demás, pero que en realidad nunca se ha traducido en acciones propias de un hermano. Pero fue el “que estas en el Cielo” lo que en esta ocasión capturó mi atención con en forma definitiva.
“Que estas en el Cielo”, mas de una vez pensé con confianza e inocente alegría que mi Papá estaba en el Cielo, en ese lugar incomparablemente feliz y pleno, considerando el Cielo como el lugar Ideal donde mis sueños se hacen realidad, donde mis necesidades se ven saciadas, donde todo es amor, paz y armonía. Donde desde pequeño pensé que llegaría al terminar mi paso por esta vida. Pero en esta ocasión fue otro el pensamiento que me capturó con preocupación y casi rebeldía. Mi Padre esta en el Cielo, y yo en cambio estoy aquí, en este “valle de lágrimas”, bueno, no, en realidad vivo muy contento y agradecido, pero claramente no podría comparar mi vida actual con la idea que tengo del Cielo. Como puede mi Padre (que me ama mas de lo que yo puedo imaginar) estar en el cielo, y dejarme aquí.
Algo en esta reflexión no estaba bien planteado, porque del Amor de Dios no tengo ninguna duda. ¿Entonces?. Y ahí empezó la reflexión que quiero escribir y compartir.
Claro que cuando se habla de Dios hay que hacerlo con humildad y conciencia de la incapacidad que tenemos para comprenderlo, y nuestra reflexión es un ejercicio muy humano de algo Divino que nos sobrepasa por mucho. Pero que en mi experiencia personal, es siempre un ejercicio enriquecedor.
Dios mi Padre si debe estar en el Cielo, creo que de eso tampoco tengo duda.
Jesús fue el primero que nos presentó a Dios como un Padre Amoroso, luego la Iglesia nos presentó a Jesús como Dios hijo. El mismo Jesús nos dijo ser el camino al Padre. Y yo creo que como regalo final Jesús nos dio al Espíritu Santo. En realidad un solo Dios, pero tres analogías muy humanas para poder relacionarnos con un Dios incomprensible. Me gusta pensar que Jesús nos quiso acercar a Dios tanto como fuera posible, primero como un Padre Amoroso y luego como él mismo, el hombre hecho Dios y luego finalmente, en pentecostés, dejando a Dios en cada uno de sus discípulos. En los tiempos de Jesús Dios era lejano e innombrable, y Jesús utilizó tres pasos, mas por cuestión pedagógica, para finalmente decirnos Dios está contigo, está dentro de ti, eres uno con Dios. Yo creo que cuando a los apóstoles les “cayo ese veinte”, salieron de su casa y predicaron, pasaron de ser un grupo de acobardados pescadores que habían perdido a su líder y se volvieron unos felices predicadores, sin miedo, que gritaban “está vivo”, no porque lo hubieran visto, sino porque vivía en ellos, con ellos, eran uno con Él. Dios estaba con ellos, que podían temer. Dios está en el Cielo, y los discípulos aquí en la tierra, estaban en el Cielo y su felicidad era tanta que arrastraron a multitudes y se empezó a vivir el Reino de Dios en la tierra. ¿Será?
Si Dios está en el cielo y yo soy uno con Dios, entonces tal vez yo estoy en el Cielo también con él. No es preciso esperar a la muerte para llegar al Cielo. ¿será? Pero ¿y las guerras y la miseria y todo lo que es triste, difícil, obscuro de este mundo? Eso no puede ser el cielo. ¿? ¿Será posible que estoy en el Cielo y simplemente no me doy cuenta? ¿Estoy, pero no soy consciente de donde estoy?
La paz de la reflexión de la mañana me hizo pensar en una analogía que me abrió a la posibilidad de aceptar estar en el Cielo. Consideración que aún esta tierna e inmadura, pero a la que miro con entusiasmo e incredulidad al mismo tiempo.
El mundo es como una cocina, donde hay cuchillos filosos, hornillas o quemadores, vasos, platos, comida, etc. etc. y esta un poco “saturada” de gentes, pero que tienen vendados los ojos y nunca antes han estado en una cocina. Se tropiezan entre sí, se han quemado varias veces en las hornillas, se han cortado muchas veces los pies con los vasos que han caído al piso, se han cortado la manos con los cuchillos, han sido empujados por otros y aprendieron a defenderse, si sienten a alguien cerca lo patean, lo golpean, si tienen un cuchillo lo usan para lastimar al que se acerca. En ese desorden incomprensible, se empujan y lastiman unos a otros, a veces sin querer, a veces a propósito porque las interacciones entre ellos y con los muebles han sido desastrosas. En la misma cocina hay unos pocos que han logrado quitarse la venda y ven y entienden, disfrutan de los alimentos, controlan las perillas de los quemadores, usan los cuchillos como deben y evitan pisar los vidrios. A pesar de estar en el mismo lugar, la experiencia que viven unos y otros es radicalmente distinta. Lo que para unos es un verdadero infierno, incomprensible y agresivo, para otros es un pequeño cielo.
Pero la conciencia de los que “ven” naturalmente va mas allá de usar la cocina para su propio y único beneficio. Lo natural es que ayuden, traten de guiar a los ciegos, aún a riesgo de ser empujados, golpeados o acuchillados. Su cielo, su mayor satisfacción ya no es usar la cocina, sino quitar la venda a los ciegos. Cada vez que dan la vista a un ciego, hacen pasteles y celebran como nunca!
Pienso que Madre Teresa de Calcuta, entre otros muchos hombre y mujeres en la historia han encontrado el Cielo en la tierra, han sido uno con Dios Nuestro “Padre que está en el Cielo”.
Si estas reflexiones hacen algo de sentido, entonces la primeras dos frases del Padre Nuestro tienen un nuevo sentido que nunca había pensado. Y la esperanza es inmensa.
Tal vez estamos en el Cielo y es solo cuestión de quitarnos la venda de los ojos, es solo cuestión de lograr una nivel de conciencia, y estoy seguro que una vez logrado ese nivel de conciencia, mi idea de Cielo cambiará radicalmente. Cielo estará mas vinculado con la ayuda y servicio a los demás, que con el descanso absoluto, el gozar de los placeres de la vida, viajar o tener y acumular.
No sé, ojalá que esta reflexión madure, trasmine de mi mente a mi corazón y finalmente a mi experiencia. Que logre quitarme la venda y vea lo que Jesus vió, lo que otros como él han visto y han experimentado … felicidad pura… el CIELO siendo uno con Dios.

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